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En búsqueda de las páginas perdidas de una Bilbia

bibliasearch.jpgEn la actualidad se realiza una búsqueda en cuatro continentes para encontrar las páginas perdidas de uno de los textos religiosos más importantes del mundo: una Biblia en hebreo de mil años de antigüedad conocida como El Códice de Aleppo.

Los cruzados se apropiaron de esa Biblia para exigir rescate, el fuego casi la destruyó y según una versión, fue contrabandeada a través de las fronteras de Medio Oriente oculta en una lavadora.

Pero en 1958, cuando la Biblia llegó finalmente a Israel, 196 páginas habían desaparecido, alrededor de un 40 por ciento del total. Para algunos estudiosos del Antiguo Testamento, esas páginas desaparecidas se han convertido en una especie de santo grial.

(Según la mitología cristiana, el Santo Grial es el plato o copa usado por Jesús en la Última Cena, del cual se dice que posee poderes milagrosos).

Investigadores que representan al custodio del manuscrito en Jerusalén dicen que tienen algunas pistas sobre parte de las páginas desaparecidas, y que se hallan cercanas al objetivo de completar en su totalidad el manuscrito.

El Códice de Aleppo tal vez no sea tan famoso como los Manuscritos del Mar Muerto. Pero para muchos eruditos, es inclusive más importante, pues es considerado la edición definitiva de la Biblia judaica.

La clave para encontrar las páginas perdidas podría radicar en la diáspora de judíos que se radicaron en Aleppo, Siria, donde el manuscrito fue guardado durante siglos en un arcón de hierro de una sinagoga.

Un punto crucial en su historia se registró tres días después que las Naciones Unidas aprobó una resolución en 1947 aceptando la creación del estado de Israel. Una turba siria, indignada ante la resolución, quemó la sinagoga hasta los cimientos. Los judíos de Aleppo rescataron el Códice, pero en los años siguientes la comunidad, integrada por unas 10.000 personas, se vio obligada a abandonar Siria, rumbo a diferentes partes del planeta.

Los expertos creen que los judíos de Aleppo tendrían en su poder algunas de las páginas desaparecidas, en tanto otras habrían sido adquiridas por comerciantes de antigüedades. Dos fragmentos han aparecido: una página completa en 1982, y un trozo más pequeño el año pasado que había sido portado durante décadas por un residente de Brooklyn, Sam Sabbagh, como amuleto de la buena suerte.

Cuando el Códice llegó a Israel hace 50 años, fue entregado a Izhak Ben-Zvi, entonces el presidente de ese país, y un experto en comunidades judías del mundo islámico. Aunque el manuscrito se halla en el Museo de Israel, junto con los Manuscritos del Mar Muerto, el Instituto Ben-Zvi fundado por el fallecido presidente continúa siendo su custodio legal y respalda la nueva búsqueda.

Esfuerzos previos, incluidos algunos realizados por diplomáticos israelíes y por agentes del Mossad, el servicio secreto israelí, fracasaron. La nueva búsqueda ha reclutado a un pequeño grupo de judíos de Aleppo, capaces de ganar la confianza de la comunidad, y ha redituado información sobre el destino de algunas piezas específicas y acerca de las personas que las tienen en su poder, dijo Zvi Zameret, director del Instituto Ben-Zvi.

Zameret informó que la búsqueda se lleva a cabo en América del Norte, del Centro y del Sur, en Israel y en Inglaterra.

“De acuerdo a los rumores, no sólo hay pequeños fragmentos sino capítulos enteros, y eso ha causado gran entusiasmo”, dijo Adolfo Roitman, curador del Museo de Israel a cargo del manuscrito.

El Códice, 491 páginas de pergamino de unos 30 centímetros de largo por 25 centímetros de ancho, fue transcripto alrededor del 930 de nuestra era por Shlomo Ben Boya’a, un escriba de Tiberías, en las márgenes del mar de Galilea. Fue editado por un famoso erudito de esa época, Aaron Ben-Asher. La conclusión del manuscrito señaló el fin de un proceso de siglos destinado a crear el texto definitivo de la Biblia hebrea.

Perteneció a la comunidad judía de Jerusalén hasta que fue robado por los cruzados que capturaron y saquearon la ciudad en 1099. Tras pagarse un rescate, el manuscrito fue llevado a El Cairo, donde fue usado por el filósofo judío Maimónides, quien declaró que era la copia más precisa del Antigo Testamento.

“Para decirlo en pocas palabras: el proceso de ensamblar totalmente el texto de la Biblia concluyó con el Códice”, dijo Rafael Zer, del Proyecto de la Biblia de la Universidad Hebrea, en Jerusalén.

Es difícil determinar cómo el Códice llegó a Aleppo, en el norte de Siria. Algunos eruditos creen que fue llevado a ese país por un descendiente de Maimónides a fines del siglo XIV.

Allí fue guardado por los judíos como su posesión más preciosa, y su talismán. Pero el 2 de diciembre de 1947, una turba incendió la sinagoga. Luego circularon rumores de que los judíos de Aleppo se apresuraron a salvar algunas páginas de las llamas. Las páginas desaparecidas nunca más han sido vueltas a ver, salvo dos excepciones.

Una página del Libro de las Crónicas sobrevivió en el apartamento neoyorquino de una mujer de Aleppo, y fue entregada por sus familiares en 1982. Otro fragmento sobrevivió en la billetera de Sabbagh, otro exiliado de Aleppo radicado en Nueva York, que lo laminó con plástico y lo usó como amuleto de la buena suerte. El año pasado, tras la muerte de Sabbagh, su familia llevó el fragmento a Jerusalén.

Uno de los hombres que rescató páginas de la Biblia era Mourad Faham, que ingresó en la sinagoga disfrazado de beduino y encontró el grueso del manuscrito en el piso, según narró su nieto, Jack Dweck.

Dweck, un empresario radicado en Nueva York, donde vive una de las mayores comunidades de judíos procedentes de Aleppo, dice que en su opinión, las partes desaparecidas existen. “Creo que hay una gran pieza (del manuscrito) en alguna parte, esperando a ser hallada”, dijo.

Fuente: El Nacional

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