Del escritorio de Julio Ruíz

Proverbios, propuestas para una vida mejor – Durmiendo en Tiempo de Cosecha

El contexto del presente proverbio nos dice: "El que recoge en el verano es hombre entendido; el que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza" (Proverbios 10:5). Ninguna figura ha sido más patética para mostrarnos el rostro de la diligencia o el lado oscuro de la desidia que la presente. Es la muestra de dos actitudes que sostienen el progreso o que apresuran la decadencia. "Recoger o dormir", mientras la cosecha está madura, es un elocuente mensaje que nos anuncia cómo viven los hombres entendidos o los hombres que avergüenzan. Durmiendo en el tiempo cuando la cosecha está lista sólo puede hacerlo una persona: el perezoso. No hay, por cierto, ninguna palabra que despierte elogios para los que hacen del ocio y la vagancia su estilo de vida. Pero para los que "recogen en el verano", hablamos de aquellos que encarnan la diligencia en el trabajo laborioso y a tiempo, connotados hombres no han dudado en enaltecer las bondades de esta inexpugnable virtud. Napoleón Bonaparte, el ilustre estratega francés, quien ganó no pocas batallas, dijo: "Puede ser que yo pierda alguna batalla; pero nadie me verá desperdiciar un minuto, ni por la confianza excesiva ni por la pereza". El éxito es el premio de la constancia, mientras que la pereza levanta la efigie de los fracasos.

Cuando el sabio quiso calificar la actitud del perezoso, y explicar la tendencia de aquellos que duermen cuando deberían estar obrando, se esmeró en denunciarlo con los más variados y demostrativos epítetos. Tenía como firme misión hacer reaccionar a todos aquellos que habían llegado a tan simple e improductora vida. No pocos textos sobre el presente tema fueron escritos. En ellos se ve la fuerza que le imprime el autor cuando habla de esta enfermedad del alma: “Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles. Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama. (Pr 26:13, 14) El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá pues en la siega, y no hallará. (Pr 20:4) La mano negligente hace pobre; mas la mano de los diligentes enriquece. (Pr 10:4) La mano de los diligentes se enseñoreará; mas la negligencia será tributaria. (Pr 12:24) Desea, y nada alcanza el alma del perezoso; mas el alma de los diligentes será engordada. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? (Pr 6:9). Y al pensar en alguna comparación extrema ofreció la más inimaginable, cortesía de las hormigas, cuando acotó: "Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento". (Pr 6:6-8) 

Es cierto que algunos trabajos constituyen una pesada carga del acontecer cotidiano. Algunos no quisieran levantarse para hacerlos. Mientras que otros llegan a esos lugares con la más evidente desmotivación. No son pocos los que anhelan dar un golpe de gracia para cambiar su suerte al poner su esperanza en un billete de lotería. Pero hay una verdad que debe decirse sobre la bendición de trabajar, sobre el que “recoge en el verano”. El trabajo es una bendición, no una maldición. No fue el resultado de la caída en el Edén; el hombre labró el paraíso antes de ser arrojado de él. Quien trabaja tiene la satisfacción del deber cumplido, del sostén en la familia y de dar su aporte para el progreso de su nación. Voltaire resumió la importancia del trabajo al decir: “El trabajo nos libra de tres insufribles calamidades: el aburrimiento, el vicio y la necesidad”. Una persona que se acostumbra a vivir de otros, o el que dependo sólo de una ayuda social, no goza de su propia estima. No tiene metas, no tiene planes, no tiene sueños; le da igual cómo vengan o cómo siguen las cosas. El que “duerme en tiempo de cosecha” no valora las oportunidades que le da la vida. Es alguien quien decide hacer de su peregrinaje terrenal un viaje cuyo final será de manos vacías. Mas no será esta la dicha del que “recoge en el verano”. Cuando llegue al cenit de su vida, y vea los años transcurridos notará las huellas de la productividad. Para los que “duermen en tiempo de cosecha”, la recomendación bíblica es: “Levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5:14)

 


Nota: Este estudio es brindado por entrecristianos.com y su autor para la edificación del Cuerpo de Cristo. Siéntase a entera libertad de utilizar lo que crea que pueda edificar a otros con el debido reconocimiento al origen y el autor.  

 

 

 

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