Carta abierta
Hoy quisiera compartir con todos vosotros, si me lo permitís, una carga que tengo en mi corazón desde hace ya algún tiempo, esta carga se llama ESPAÑA. Sí, creo que es Dios mismo quien me ha puesto este peso en mi corazón, y creo que también es Él quien me impulsa a compartirlo con vosotros desde este portal abierto y pienso que oportunamente puesto ante mí ahora para abriros asimismo mi corazón. En mi mente no cesan de “golpear” las palabras de Pablo registradas en la Biblia, exactamente en el Nuevo Testamento en la epístola a los Romanos, capítulo 15, verso 24: “Cuando vaya a España…” y verso 28: “pasaré entre vosotros rumbo a España…”
Hay otros textos en el Antiguo Testamento que eruditos afirman que se refieren a España o lugares enclavados en España (Tarsis, Sefarad) Señalen o no señalen estos nombres a nuestro país, yo estoy convencida de que en el corazón de Dios estaba y está nuestro país desde tiempos inmemoriales. Y también creo que cada uno de nosotros por ser españoles, sea de nacimiento o de adopción, tenemos a esta nación en lo más profundo de nuestros corazones. Cuando miro a mi alrededor, cuando escucho las noticias, cuando salgo a la calle, no puedo evitar sentir un dolor agudo en mi alma al percatarme de la situación de este país al que amo. Veo desolación; observo dolor en los ojos; percibo desesperanza, temor y miedo; también noto una atmósfera cargada de rabia, de queja y desazón. Pero lo que más me entristece de todo es comprobar que las personas están buscando la salida por direcciones que les van a llevar a una situación aún más dolorosa de la que ahora están viviendo. La ceguera espiritual les tiene esclavizados, y, paradójicamente, no quieren venir a la Luz. Quizás porque temen lo que no conocen; quizás porque la idea que tienen de la Luz ha sido tergiversada; quizás porque nunca han oído de que exista una Luz en todo su pleno sentido y significado…Sea como fuere, creo que en lo más recóndito de cada persona existe un clamor pidiendo auxilio.
La crisis económica que estamos viviendo creo que tan sólo es la “punta del iceberg”, por debajo de esto nos encontramos a un país deseoso años atrás de nuevos “aires y ansias de libertad”, que tras la incursión en la ansiada orilla de la democracia, fue traduciendo su idea de libertad por la sigilosa instauración del libertinaje. Las puertas se abrieron de par en par, y la nueva cultura del “todo vale”, del relativismo, se fue adueñando de las mentes y después de los corazones. Y con el transcurso de los años, toda la herencia de valores y principios éticos y morales se han ido designando como obsoletos. Ya no existen los absolutos; ahora cada uno hace lo que quiere y como quiere, sin normas o límites establecidos. Me temo que hoy lo que siempre fue considerado bueno, es malo y viceversa. Todo está permitido, porque los nuevos diseños de la sociedad giran en torno al más puro y sofisticado hedonismo. Desde los medios de comunicación, pasando por la literatura, la música, etc.…se promociona e invita al “Yo tengo derecho a ser feliz…a expensas de todo y todos.” Siento que España está al borde de un precipicio, y que esta crisis económica es sólo el escaparate de un país que se está desmoronando por dentro.
Tarde o temprano la “enfermedad” encubierta tras la prosperidad y la modernidad, tenía que “dar la cara”. Y ahora tendría que ser el tiempo, ese tiempo llamado “aceptable” en las Escrituras (2ª carta a los Corintios, cap. 6, vr. 2), para que este pueblo sediento y hambriento de Salvación, buscara realmente el verdadero Pan y la verdadera Agua que les pueda saciar. Y precisamente en este tiempo de profunda necesidad espiritual, el enemigo está ofertando a este pueblo toda clase de “ambrosías”, sois testigos junto a mí de la proliferación, incluso a través de los medios de comunicación, del auge del esoterismo, del ocultismo, de un abanico de filosofías y religiones huecas, que al final sólo traen más dolor al alma. La gente está buscando ansiosa una salida a su desesperanza y angustia, e intentan ahogar sus penas con somníferos, alcohol, drogas…especialmente nuestros adolescentes y jóvenes a los que se les ha dejado crecer y vivir sin un legado de principios, normas y límites. Porque, por supuesto, “no estábamos dispuestos a que ellos pasaran lo que nosotros hemos pasado”. Ahora ellos, al igual que el resto, están hastiados y de regreso de un montón de experiencias que nunca tendrían que haber vivido. España sabe mucho de religión, de tradiciones, de ritos y de un folklore mariano que le ha dejado baldío el corazón. Pero no conoce a Dios, al único y verdadero Dios.
Creo que éste es el auténtico problema, la enfermedad real de este pueblo, que desconoce la Verdad. Jesucristo es la Verdad, y sólo la Verdad puede liberar a esta nación. “…y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” (Evangelio de Juan, cap. 8, vrs. 32 y 36) Tampoco aquellos judíos que hablaban con Jesús se consideraban ni muchísimo menos esclavos, como tampoco los españoles se consideran esclavos de nada ni nadie. Me temo que el orgullo y la soberbia les han cegado los ojos. Siento que como Iglesia hemos sido llamados a ser Luz y Sal, Luz para alumbrar en medio de las tinieblas (si la Luz se enciende, la oscuridad termina); y Sal para dar sabor a un mundo desabrido; Sal para provocar la sed de Dios en todos cuantos nos rodean; Sal para impedir que las malas hierbas sembradas por el enemigo den su fruto en nuestra amada tierra…
Estoy segura que vosotros sentís el mismo dolor que siento yo por nuestro país que clama por una salida a esta situación extrema. Dios nos ordenó en la epístola a los Romanos a “someternos a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.” (Cap. 13, vr. 1) Y también nos exhorta a orar “por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.” (1ª epístola a Timoteo, cap. 2, vrs. 1 y 2) Somos llamados a interceder encarecidamente por nuestros gobernantes, al margen de nuestras ideologías o convicciones políticas, y por todos nuestros compatriotas, por toda esta nación que está al borde del abismo. Tenemos la llave que abre las ventanas de los cielos, nuestro clamor unánime como Pueblo de Dios. Creamos la Promesa que nos hizo Jesucristo cuando dijo:
“SI DOS DE VOSOTROS SE PUSIEREN DE ACUERDO EN LA TIERRA ACERCA DE CUALQUIERA COSA QUE PIDIEREN, LES SERÁ HECHO POR MI PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS. PORQUE DONDE ESTÁN DOS O TRES CONGREGADOS EN MI NOMBRE, ALLÍ ESTOY YO EN MEDIO DE ELLOS.” (Evangelio de Mateo, cap. 18, vrs. 19 y 20)
Dios nos dijo: “PROBADME…SI NO OS ABRIRÉ LAS VENTANAS DE LOS CIELOS Y DERRAMARÉ SOBRE VOSOTROS BENDICIÓN HASTA QUE SOBREABUNDE.” (Malaquías, cap. 3, vr. 10)
Seguramente os he cansado demasiado con toda esta exposición; pero todos sois testigos y más aún, todos estamos sufriendo en nosotros mismos el panorama desolador de nuestro país. Todos estamos siendo verdaderamente “tocados” por esta crisis terrible que estamos viviendo. Siento en lo más profundo de mi alma que es hora de dejar a un lado nuestras diferencias y discrepancias, y establecer una auténtica red o cadena de oración intercesora por nuestro país; un verdadero compromiso de oración diaria rogando al Dios Todopoderoso que tenga misericordia de España, que traiga a los corazones una genuina convicción de pecado y sincero arrepentimiento, y auténtica hambre y sed del Dios Vivo y Verdadero. Creamos la Promesa que Él nos hizo en el 2º libro de Crónicas, cap. 7, vr. 14:
“SI SE HUMILLARE MI PUEBLO, SOBRE EL CUAL MI NOMBRE ES INVOCADO, Y ORAREN, Y BUSCAREN MI ROSTRO, Y SE CONVIRTIEREN DE SUS MALOS CAMINOS; ENTONCES YO OIRÉ DESDE LOS CIELOS, Y PERDONARÉ SUS PECADOS, Y SANARÉ SU TIERRA.”
Quiera Dios que este ruego desde esta humilde misiva llegue a tu corazón, hermano, y a partir de este momento luchemos por nuestro país en Oración continua, ocupando nuestro lugar de privilegio como Hijos del Rey de reyes y Señor de señores entre España y el Cielo. Estoy convencida que la oración puede cambiar las cosas, ¿tú lo crees también? Amén.
“PERO YO Y MI CASA ORAREMOS POR ESPAÑA”