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El camino de la exaltación

Camino a la exaltación
Camino a la exaltación

La vida de José fue un camino a la exaltación.  Todo un modelo en lo que signfica vivir agradando al Señor en lugar de agradar a los hombres.  Una vida vida sin concesiones.

Génesis 41:1-16; 25-40

El presente título pareciera ser una contradicción cuando recordamos las enseñanzas de Jesús, quien dijo que el que quiere ser más grande en el reino de los cielos debe ser el servidor de todos. Y también que el camino a exaltación está precedido de la humillación. Es en este sentido que desarrollaremos el presente mensaje tomando a José como modelo entre los que no hicieron concesiones ni negaron su fe.

La vida de José con la de Jesús: un camino a la exaltación

Entre José y Jesús hay una tipología impresionante. Jesús atravesó la más indescriptible humillación, incluyendo su encarnación al hacerse hombre y la obediencia que mostró al Padre al ofrecerse como su cordero. Pero al final Dios honró su total obediencia. José, de igual manera, pasó por todo un tiempo de humillación, siendo en todo inocente.

Su más grande afrenta la vivió en la cárcel sin haber hecho nada malo. Sin embargo, José fue obediente en todo a su Dios. ¿Qué pasó con José y con Jesús al final de sus vidas? Nos dice Pablo que a Jesús, por esa humillación a la que fue sometida, “Dios le exaltó hasta lo sumo”. De igual manera a José por la humillación a la que fue sometido Dios lo exaltó también hasta lo sumo, dándole un nombre que en su tiempo era “sobre todo nombre”.

Vea esto. Dios le dio a Jesús el nombre de Señor por encima del emperador de su tiempo. En esta historia, el faraón le dirá a José que “solamente en el trono seré yo mayor que tú. Esto significa que José pasó de un estado de humillación a un estado de exaltación. Amados hermanos, la palabra de Dios se cumplió en Jesús y se cumplió en José. Ambos fueron llevados del “suelo a la gloria”. Ambos fueron usados por su carácter humilde.

Su carácter de obediencia al Padre. No es extraño que Dios siga haciendo lo mismo. Lo que puede verse al principio como inexplicable, Dios lo estará usando para levantar de una prisión al palacio de un rey. Nos hará bien estudiar a José ahora en la cúspide de su grandeza. Ahora es el momento de Dios. Una vida sin concesiones con el mundo es garantía de victoria. Veamos cómo se cumple lo que Jesús dijo que el que humilla será exaltado en José.

El camino de la exaltación pasa por el trabajo providencial de Dios

Los giros providenciales

Génesis 41:1. José, desde el punto de vista humano, pudo pensar que ya no había esperanza para él en la cárcel, sin embargo, el trabajo de Dios no se había detenido. Dios estaba trabajando tras bastidores para lograr el final de sus propósitos. Usted tiene que saber que los retrasos divinos no significan que todo lo demás está detenido. José esperó en la cárcel por dos años. Dos años por un “olvido” del copero, pero en todo esto hubo una intención divina.

¿Por qué ese tiempo? ¿No había demostrado José que tenía un carácter irreprochable? Si José duró ese tiempo allí es porque necesitaba aprender una de las más grandes virtudes que debe tener todo creyente, la paciencia y una absoluta dependencia de Dios, pues toda su juventud la ha pasado fuera de su casa.

Dios le enseñó a José que debía confiar en él, aunque todo parecía andar mal. La prisión podría ser el mejor lugar para desarrollar el carácter. Hay “prisiones” a las que podemos ser sometidos y hasta vendrán pensamientos en forma de reproches silenciosos porque nos parece que a Dios se le escapó todo de la mano. Pero nunca el retraso de Dios será sinónimo de olvido. Dios ni se adelante ni se atrasa. Nos corresponde esperar el tiempo de Dios el cual es perfecto.

Los sueños providenciales

Génesis 41:1-8. Los sueños de faraón lo llevaron a la agitación. Bueno, no era para menos. Los dos fueron espantosos. La palabra “agitado” tiene la idea de una perturbación que espanta el sueño y crea dolencias físicas. Ante semejante sueños, lo primero que faraón hace es llamar a sus “sabios”.

En cualquier otra situación estos hombres habrían adivinado el sueño, pues la mayoría de ellos trabajaban son Satanás. Pero esta vez, el sueño es de Dios, y nadie podrá interpretar semejantes sueños a menos que el hombre que lo interprete pertenezca a Dios. Además, Dios se aseguró que ninguno de ellos pudiera adivinar lo que perturbó al faraón aquella noche. Así que el no poder adivinar el sueño peligraban sus cabezas, pues se suponía que ellos eran los consejeros del rey.

Un sueño como este y la mente en blanco de los “sabios” era un propósito exclusivamente divino. ¿No es una bendición pensar que mientras faraón y sus sabios estaban en control de Egipto y con ello al mundo, Dios se levanta como el auténtico Señor de las circunstancias? “De Jehová es la tierra y su plenitud…”. Dios es soberano.

Los tiempos providenciales

Génesis 41:9-14. El tiempo de la liberación de José ha llegado. El copero ahora se acuerda de su falta y le cuenta al rey cuando José interpretó los sueños de ambos. José fue traído apurado a la presencia de esta majestad. En una situación normal este rey jamás habría escuchado a un carcelero, pero ahora hay toda una atención al menospreciado prisionero. No nos damos a esperar.

El texto que menos aplicamos es el que dice: “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del sol, tiene su hora”. Así que el tiempo de Dios llegó para “levantar” a José del suelo y llevarlo a la gloria. Cuando Cristo estuvo con nosotros nos dio ese ejemplo de lo que son los tiempos y la providencia divina.

Jesús vino a calmar la tormenta cuando los discípulos estaban en la tormenta. Apareció apareció en la tumba de Lázaro cuatro días después de muerto. Jesús pasó exactamente por la pequeña ciudad de Naín para sanar a la hija de la viuda. Jesús vino a tomar del agua del pozo de Jacob exactamente al medio día, a la hora que solo vendría la mujer samaritana. El tiempo de la liberación está determinado por Dios. Cuán importante es saber esperar en él.

El camino de la exaltación pasa por la disciplina pedagógica de la prueba

De pastor de ovejas a los patios del palacio

Génesis 41:15-32. En situaciones normales un rey todopoderoso como el faraón jamás habría escuchado a un esclavo de su propia cárcel. Imagínese la escena. El rey con toda su pompa humillado y perturbado, contándole a José el horrible sueño. Ahora imagínese a José interpretando lo ocurrido al rey, quien con pronta humildad dice: “No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón” v. 16.

Uno puede imaginarse a todos los “sabios” allí asombrados de oír acerca de un Dios con mayúscula. La verdad es que la cabeza de ellos dependía de la interpretación de José. No sabemos si después de ese tiempo estos hombres siguieron en sus cargos, pues José sería el más buscado por el rey.

El día de la liberación es el más grande para una nación, pero, sobre todo lo es para un hombre que está oprimido y sin esperanza. Vea ahora a José afeitado, bien vestido, perfumado y en presencia del rey. El joven pastor de ovejas ahora está frente al “dios” de Egipto, pues así consideraban al faraón. Dios honra a los que honran. Solo un creyente fiel estará de pie delante de algún “faraón”.

El que sueña también es intérprete

Génesis 41:33-36. Cuando José escuchó el sueño del faraón en sus dos manifestaciones sabía que aquel era el momento de Dios para su vida y para sus propósitos eternos. Sabía que sus primeros sueños ahora serán una realidad. José hizo lo que ningún esclavo se atrevería hacer delante de este de su amo.

No solo le dice al faraón lo que va a suceder, eso de por sí ya era catastrófico, sino que le dice lo que debiera hacer para evitar una muerte colectiva en los venideros años. ¿Qué propone? Propone un plan triple. En primer lugar, recomienda la búsqueda de un hombre sabio para supervisar el proyecto. En segundo lugar, recomienda que recopile en abundancia de todos los alimentos producidos durante los siete años.

Finlamente y en tercer lugar, recomienda almacenar esos alimentos y usarlos para alimentar a la población durante los siete años de escasez. La respuesta del rey no se hizo esperar: “¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? v. 38. “No”, diría Dios, no hay nadie como él. Qué bueno es saber que Dios lo sigue haciendo. Las pruebas son la “escuela” donde nos graduamos para desafíos mayores. Nada sucede sin que haya un propósito detrás de todo. Lo mejor siempre está por venir.

El camino de la exaltación pasa por la elección de una promoción mayor

Elegido por el dedo del rey

Génesis 41:37-41. La conclusión a la que llegó Faraón fue obvia. ¿Quién podía superar al joven hebrero en todo su palacio y reinado? Faraón vio en José a alguien que iba más allá de la interpretación de sueños. Él vio en el joven un carácter íntegro. Vio en él una capacidad de administración general.

Es como si en José se conjugaron varios cargos al mismo tiempo: consejero, ministro de hacienda, ministro de relaciones exteriores e interiores, pues se tenía que tratar con la gente de su país y con los foráneos. Además, era el tesorero de la nación, pues todas las demás naciones tenían que pagarle.

Pero, además, José era “el segundo después del rey”. Eso era una posición como de príncipe. Así que en un instante pasó de ser un esclavo y prisionero a ser el segundo después del rey. Su promoción no pudo ser más rápida y grande. Pasó de ser un preso en la cárcel de Potifar a gobernar toda la nación. Así es nuestro Dios.

Es impredecible lo que Dios hará con un alma fiel y obediente. En José se cumple lo que Dios busca en cada uno de sus hijos: fidelidad y obediencia que trae al final Su promoción.

Vestido con las pertenencias del rey

Génesis 41:42-44. Estos versículos son la cumbre en la vida de José. Hay que leerlos con detenimiento. Fueron dejados para que no nos quedara duda sobre lo que es la promoción divina en la vida de un hombre fiel y obediente. Observemos el texto. Faraón le dio su propio anillo a José. Aquel era un anillo con sello, por lo tanto, era usado para firmar documentos públicos. Se dice que su impresión era más válida que la firma del rey.

¿No es esto extraordinario? Las “ropas de lino fino” eran primorosamente trabajadas, solo llevadas por los personajes más dignatarios. Era ropa de reyes y sacerdotes. El “collar de oro en el cuello” era una divisa de un rango muy alto. Sólo los reyes y los príncipes llevaban semejante ornamento.

El “doblad la rodilla” era como completar la alta distinción a la que llegó el joven soñador. Sus hermanos le quitaron la túnica que le hizo su padre, pero lo que ninguno de ellos sabía era que un día sería vestido con una túnica de la realeza. Interesante que este nuevo vestido es el que nos ponemos cuando venimos a Cristo. Hay una promoción de vida que espera por nosotros.

De José a Zafnat-panea

Génesis 41:45. Parece que no era suficiente con toda la promoción a la que José fue ascendido. Todavía faltaba más. Faraón no llamó a José con este nuevo nombre por casualidad. La definición de este nombre en egipcio es sumamente importante. Puede significar “revelador de secretos” y “salvador de la tierra”.

Y así fue, pues José llegó allí para salvar a la tierra de una muerte total. ¿No es eso maravilloso cuando se compara a José con Jesucristo? Ambos llegaron a ser salvadores del mundo. El uno del hambre física y el otro del hambre espiritual. La promoción de José sigue en niveles inalcanzables por algún otro hombre.

Toda esta promoción hizo posible el cumplimiento profético de los sueños de José. Ahora todos se inclinan ante él como el gran señor de la tierra. Pero la profecía se cumplirá en su totalidad cuando vengan su padre y sus hermanos. Allí se verá con toda claridad por qué José tuvo aquellos sueños en su juventud.

Ahora imagínese esto. Qué pensará Potifar de todo esto. Más aún, qué pensará su mujer cuando faraón le dio por esposa a su hija. La fidelidad a Dios nos promociona cosas más grandes. La fidelidad a Dios solo tiene como resultado ser exaltado a la grandeza.

El camino de la exaltación

José no nació para ser un esclavo ni muchos menos un preso inocente. En todo caso, la prisión donde pasó sus años fue la gran escuela que lo preparó para vivir en la gloria. Con esto comprobamos que Dios está al mando de la vida de cada creyente fiel. No es extraño, pues, que él haga sus “giros providenciales”.

Él está reservando el momento para que aquel a quien los hombres llaman “esclavo” sea pronto sacado de ese estado para que le vea el rostro al “todopoderoso”. Su fin es llevar a ese hombre fiel, para ser promovido a las esferas inimaginables. Nadie como José para comprobar lo que el salmista diría después: “Jehová cumplirá su propósito en mí”.

Amados, Dios sigue trabajando. José es un ejemplo para que nosotros veamos hasta dónde Dios quiere bendecir una vida consagrada, fiel y obediente, que no hace concesiones con el mundo. La “prisión” por la que pudieras estar pasando ahora es el último paso para que vea la gloria que Dios le ha reservado.

La promesa de 2 Corintios 4:17 se sigue cumpliendo: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. Como José esperemos con paciencia hasta que se revele ese “eterno peso de gloria”, el camino a la exaltación final. Que nada nos impida esta bendición final. Vivamos el camino de la exaltación.

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