La adoracion importa

¿Adoran en forma diferente las mujeres y los hombres?

Hombres y Mujeres adorandoMi amigo Patrick me envió un artículo publicado en la web de la Universidad de Biola. Su título es “La Feminización de la Iglesia: ¿Por qué su música, mensajes y ministerios están alejando a los hombres?” (The Feminization of the Church: Why Its Music, Messages and Ministries Are Driving Men Away). El artículo incluye referencias de los libros  “Por qué los hombres odian ir a la iglesia” (Why Men Hate Going to Church) de David Murrow, y “La iglesia Impotente” (The Church Impotent) de Leon Podles. Estos libros reposan en escritorio en la zona de los libros por leer.


Ambos autores afirman que el cristianismo poco a poco se ha vuelto muy femenino en su apariencia y en su membresía. Podles fija los orígenes de esto en el siglo XII cuando  las mujeres místicas popularizaron el uso de la “imagen nupcial”.  En referencia a ello mi amigo me preguntó:

¿Que opinas al respecto? ¿Tienes comentarios, ideas, o enfoques en tu ministerio para atender tanto las necesidades de los hombres como el de las mujeres en el culto, en la música y las artes?

En primer lugar, permítanme decir que estoy totalmente de acuerdo con la idea de que la iglesia del siglo 21 tiene tendencias femeninas. El caso más obvio es la aceptación y el aumento de mujeres en el pastorado y en el liderazgo. Ejemplos más sutiles son la tendencia que tenemos para clasificar a la música de “adoración” (lenta e íntima, que se centra en la misericordia y en la belleza, con tonalidades ADD2 o séptimas), el porcentaje de mujeres en los servicios religiosos, y el énfasis en los rasgos “femeninos” más que en los “masculinos” en nuestras iglesias. Por ejemplo, muchos pastores tienden a hablar más de sensibilidad y tolerancia que de valentía y santidad. Me doy cuenta de que se trata de un exceso de simplificación y que hay evidencias que las cosas están cambiando.

Volviendo a la pregunta de Patrick creo que  Dios nos ha hecho como hombres y mujeres, con diferencias biológicas, culturales, psicológicas y sociológicas innegables. Estas diferencias afectan tanto la forma como percibimos y procesamos la información, como la manera en que interactuamos y nos comunicamos. Las mujeres por lo general tienden a ser más relacionales, comunicativas y sensibles.  Los hombres tienden a estar más orientados al logro, les cuesta participar en conversaciones y son más autosuficientes.

Soy consciente  que esto es una generalización que tiene sus excepciones. Pero creo que nuestro punto de partida para relacionarnos con Dios no es la forma como lo percibimos sino la manera como se nos ha revelado a Sí Mismo en Su Palabra. Aunque los hombres y las mujeres tengamos diferencias en cuestión al género, nos encontramos con una raíz común en nuestra condición de pecadores. Esa es la razón por la que Pablo escribe en Cristo, “No hay Judío, ni Griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. (Gálatas 3:28)

Tanto hombres como mujeres pueden comprender que por desgracia han caído dejando a un lado los preceptos de Dios y necesitan un Salvador. Nuestra “necesidad” cuando adoramos es darnos cuenta de nuestra tendencia en centrarnos en nosotros mismos  y auto-exaltación, la paga del resultado de nuestra rebelión, y la provisión de Dios en el sacrificio expiatorio de Su Hijo como respuesta a nuestro arrepentimiento, fe y  gratitud.

Pero, ¿cómo se comunica esto? ¿Debemos enfocarnos con un toque masculino o con un toque femenino? ¿Lo hacemos con la tendencia actual del canto de guerra para tocar el corazón masculino de los hombres? ¿Recordamos los varones que Jesús era un carpintero y que por lo tanto muchas veces se ensució las manos sucias, lo cual nos puede animar a tomar riesgos y ser verdaderos hombres?

No lo creo. El hecho de resaltar a los varones los rasgos que supuestamente son masculinos no implica que necesariamente aportemos claridad para resolver el dilema.

En mis años como pastor, he tratado de enfocarme no tanto en la forma como se deben decir o hacer las cosas sino en Aquel que nos mueve a congregarnos para adorarle. Es Su Auto-Revelación la que determina nuestra comunicación. No se trata de adorar a Dios con estilo femenino o masculino, sino adorar a Aquel se ha revelado a Sí Mismo y en la forma como quiere que le adoremos.  Al hacerlo de esta manera nos daremos cuenta que los hombres serán mas varoniles y las mujeres más femeninas y además hará que el aspecto de la adoración en las iglesias parezcan más “masculinas” pero en realidad serán más bíblicas.

Celebramos a Jesús en su divinidad y en su humanidad. Debemos alabarle por su mansedumbre y humildad, pero también por su ira, justicia, y santidad que inspira respeto. Cantamos a Dios no porque a las mujeres les gusta cantar más que los hombres, sino porque Dios nos ordena a que cantemos sus alabanzas. Usamos cantos que reflejan la fuerza de Dios, Su poder y majestad, pero también canciones que celebran su cuidado, amor y misericordia. Permanecemos firmes ante la verdad porque luchamos por la fe, pero tratamos de hacerlo con humildad y con bondad.
Creemos que Dios ha diseñado roles que son diferentes pero a la vez complementarios en las funciones de los hombres y las mujeres en la iglesia, pero el liderazgo y la directriz doctrinal es masculina. Sin embargo todo lo que hacemos tanto hombres como mujeres debe ser una expresión y una actitud de servicio. Cuando los roles de los hombres y de las mujeres son honrados, ambos verán sus géneros a la luz de Dios quien los creó a su imagen y semejanza.

Escuché a un pastor ha sugerir que los hombres y las mujeres tienen formas distintas para relacionarse con Dios diciendo “El ejemplo clásico de la adoración con los ojos cerrados y las manos abrazando mientras se canta ‘Te anhelo Señor eres mi respirar’.  Un varón se expresa a otro varón de esta manera”.

Es posible que culturalmente esto sea cierto, pero el Rey David, un valiente guerrero, acuño estas palabras:

“Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré;  Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no hay aguas”  (Salmo 63:1).

“Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo” ( Salmo 27:4).

“Anhelar al Señor” y “contemplar su hermosura” pueden sonar expresiones muy femeninas, pero son actitudes muy bíblicas. Quiero aprender su significado como hombre, desear al Señor a tal punto que me sienta afectado físicamente. Pero estas no son las únicas maneras como hablamos de nuestro Dio.  Existen otras expresiones que comunican un amor a la santidad, una pasión a vivir para la gloria de Dios y una predisposición contraria al pecado y a lo que se opone a la voluntad de Dios.  Particularmente los hombres necesitamos tener en mente  “Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos”  (1 Cor. 16:13). En la medida en que nos mantengamos en equilibrio bíblico, nos daremos cuenta que tanto los hombres como las mujeres dejarán de orientarse a “su manera” de adorar y se centrarán más en ser moldeados a la imagen del Salvador que adoran.

Sé que apenas he arañado la superficie tratando de responder a la pregunta planteada pero oro para mis palabras den algo de luz a la hora de abordar el tema de la feminización de la Iglesia.

 

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Bob Kauflin

Bob Kauflin es director de desarrollo de adoración de los ministerios Sovereign Grace. Formó parte del grupo cristiano GLAD. Pastor, compositor y conferencista. Su pasión es equipar a músicos, adoradores y pastores en la adoración congregacional.
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