Del escritorio de Julio Ruíz

Iglesia de Filadelfia: Una puerta abierta

Ruinas de Filadefia, actualmente conocida como Alaşehir en Turq

En este recorrido por las 7 iglesias mencionadas en el libro del Apocalipsis Julio Ruiz se enfoca en la iglesia de Filadelfia, conocida por tener la puerta abierta.

Apocalipsis 3:7-13

La ciudad de Filadelfia estaba ubicada a unas 28 millas de la ciudad de Sardis, y se cree que era la más joven de todas las demás nombradas. Fue fundada alrededor del año 150 a. de C. por el rey Atalo de Pérgamo, cuyo apodo era Filadelfo, que traduce “amante de un hermano”.

Tenía este rey un hermano llamado Eumenes, por quien sentía tal deferencia y admiración que nombró esta ciudad en su honor. La iglesia de Filadelfia es única entre las siete que venimos estudiando. Es ella la iglesia de quien el Señor no tiene ni una sola queja. ¡Es la iglesia que alegra el corazón de Jesucristo!

De las anteriores Jesús tuvo algo que decir, pero de esta no lamentos. Por ejemplo, de Éfeso se quejó que había abandonado su primer amor. De Esmirna, se queja de aquellos que temen a la muerte, y los que están encarcelados. Pérgamo tenía problemas doctrinales y en su forma de vida. De Tiatira, que toleraba a Jezabel, quien seducía a los ministros, por lo tanto serían echados a tribulación si no se arrepentían.

La Iglesia de Sardis perdió la comunión con Dios, su corazón dejó de velar porque se durmió en su fama. Por otro lado, en esta carta, a diferencia de las otras, Jesús no se identifica con ella usando símbolos que pudiera hablar de algunos de sus atributos. Más bien se describe así mismo con otros títulos. A estos hermanos se identifica como el “santo y verdadero”. Toda una perfección absoluta en su carácter moral y credibilidad.

Esta iglesia, a diferencia de Laodicea a quien el Señor le estaba tocando la puerta para entrar, se nos presenta con una puerta abierta. El Señor mismo se encargó de abrírsela porque él tiene la “llave de David”. Nada es más consolador, e inspirador a la vez, que una iglesia con una puerta abierta. Eso habla de oportunidad, de trabajo, de servicio, de dedicación. Consideremos la naturaleza de una iglesia con una puerta abierta.

¿Quién es el que abre la puerta de la iglesia?

Apocalipsis 3:7-8a. Una de las figuras más hermosa de las Escrituras es aquella donde Jesucristo se nos presenta como la puerta por donde entran las ovejas. Hablando de esto, dijo: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Jn. 10:9).

Ahora en esta carta él se presenta como quien tiene la “llave de David”; la llave necesaria para abrir la puerta. La llave es símbolo de autoridad. Con esta revelación el Señor le dice a su iglesia que nadie puede conquistarla porque él es el único que tiene derecho de abrir o de cerrar esa puerta. A más nadie se le ha dado esa llave; como tal tiene toda la autoridad para permitir que los hombres entren a través de la puerta abierta. Jesús también dijo que él era el camino al Padre.

Que nadie puede entrar a su presencia sino es a través de él. Este es un asunto muy serio. La humanidad ha creado cualquier tipo de religiones, con sus propios mediadores, con los que pretende llegar a Dios. Muchos piensan que todos los caminos, aún los más equivocados, tienen como fin conducirnos al Señor. Pero si entendemos bien este texto, estamos en presencia de una de las verdades más controversiales para los que sostienen que cualquier camino es “bueno” para entrar en la presencia divina.

El que Jesús tenga la “llave de David” significa que él es el Mesías esperado, el Hijo del Hombre, y el Hijo de Dios. Es por eso que previo a esta declaración Jesús se ha revelado como “santo y el verdadero”. Ambos atributos corresponden solo a Dios, y son dados para afirmar lo que viene a continuación. Jesucristo es parte de la deidad. Él es uno con Dios. Él es el santo de Israel de quien los profetas hablaron.

El profeta Isaías tuvo la visión de Dios en el templo, y allí escuchó que los serafines decían a una sola voz: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de tu gloria” (Is. 6:3). Y en otra parte aparece Dios diciendo: “Yo Jehová, santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey” (Is. 43:15). Hablando de él como “verdadero”, seguido a la declaración “yo soy el camino”, también aparece el énfasis “y la verdad y la vida”.(Jn. 14:6).

Jesús no vino a mostrarnos alguna parte de la verdad; él es la verdad encarnada. Juan dijo de él: “Y aquel verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Jn. 1:14) Solo un Dios “santo y verdadero” puede tener las llaves que conducen a su propio cielo. Jesús el portero y tiene la llave. Nadie puede conocer a Dios sin él. Nadie entra al cielo si él no abre. No hay muchos “mediadores” que tengan la llave para entrar al cielo, solo Cristo.

¿Que caracteriza a una iglesia con la puerta abierta?

Apocalipsis 3:8c. Algunas iglesias de las ya citadas tuvieron serios problemas en guardar la palabra. De hecho, algunas habían permito doctrinas erradas como las de “Balaam y los nicolaítas”. Sin embargo, Filadelfia es elogiada por la forma cómo se preservó en medio de la infidelidad. Reconoce que ella no tiene muchas fuerzas, pero a pesar de eso “has guardado mi palabra”. Hay algo extraordinario en esta declaración.

El Señor no espera que nosotros hagamos o tengamos grandes cosas para calificarnos. Lo que él siempre busca en nuestra fidelidad en guardar su palabra. Muchos hombres y mujeres que siguen al Señor se les pueden tildar de poca cosa. Algunos que han vivido como su Maestro, sin muchos bienes y ambiciones en el mundo, se les tendrá en menos, y hasta calificados como ignorantes o fanáticos, pero si ellos guardan la palabra recibida, son los candidatos para entrar sin restricciones por esa puerta. Ningún asunto causa más decepción en la vida que aquel donde se nos cierran las puertas. Sin embargo, como se ha dicho, la perseverancia al final es la que vence.

Jesús sigue haciendo los reconocimientos a la iglesia y le dice que “por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” v. 10. Aquí hay una promesa para los fieles. La antesala de la venida de Cristo plantea un tiempo de muchas pruebas y tribulaciones. Los tiempos futuros no serán mejores que los primeros. Jesús dijo que era necesario que sucedieran tales cosas como señales previas a su venida.

La buena noticia en medio de aquellas malas es que la iglesia que se mantenga fiel guardando su palabra será guardada de “la hora de prueba” que vendrá al mundo. Es la promesa del Señor que a quien guarda su palabra será guardado en el día malo. Y esto se aplica para todo. El salmista decía que la palabra guardada en el corazón evitaba que el hombre pecada contra Dios (Salmo 119:11). Pero la iglesia de Filadelfia, además de guardar la palabra, no había negado el nombre del Señor. Fue Pablo el que dijo: “No me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para salvación…” (Ro. 3:16)

No negar el nombre del Señor es no sentir vergüenza de llamarnos cristianos. Es decirles a otros que “no hay otro nombre debajo del cielo dado a los hombres en el que podamos ser salvos”. El Señor no se avergonzará de confesar nuestro nombre delante de los ángeles y de su Padre. Guardemos, pues, su palabra; no neguemos su nombre. Cuando llegue el día malo, aquel donde la tentación se haga presente, el Señor nos librará.

¿Qué le espera a una iglesia con la puerta abierta?

Victoria sobre sus enemigos.Apocalipsis 3:9. El Señor reconoce que la iglesia de Filadelfia tenía pocas fuerzas; que era débil desde el punto de vista humano, pero que se mantuvo vencedora. A lo mejor oiría lo que el mismo Pablo oyó del Señor cuando le pidió tres veces por su debilidad: “Bástate mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad…”.

El poder de una iglesia no radica en su capacidad financiera, no radica en el ejercicio de sus dones, no radica en su organización y su capacidad de liderazgo. Su poder radica en la obra del Espíritu, que no es sino la gracia de Dios puesta en acción. Es un gran consuelo saber que “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. En la debilidad nuestra el Señor se hace victorioso. Fue por eso que Pablo dijo: “porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor.12:10).

Los que fueron “sinagoga de Satanás”, para iglesias como Esrmina y Pérgamo, ahora el Señor los entrega en manos de la iglesia más “débil”, la de Filadelfica. Los que han sido sus enemigos ahora el Señor los trae a sus pies para que reconozcan “que yo te he amado”. ¡Que declaración tan solemne! Se equivocan los enemigos del evangelio. En el día del juicio final se tomará muy en cuenta la actuación que se haya tenido con estos “mis hermanos más pequeños”.

Hay una herencia celestial para los que le trataron bien, pero de igual manera se avecina un castigo eterno para aquellos que menospreciaron a estos “mis hermanos más pequeños” (Mt. 25:31-46). Las palabras de Jesús son únicas en el día del juicio cuando se refiere a sus hijos: “De cierto os digo que en cuanto lo hiciste a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” v. 40. El día llega cuando Dios hace justicia a sus hijos que sufren por aquellos que el mismo Satanás utiliza como sus instrumentos de maldad.

Cuando una iglesia se muestra receptiva y dispuesta a ser usada, el Señor se valdrá de su poder para “abrir y cerrar y hacer que sus enemigos la respeten y reconozcan abiertamente que Dios les está bendiciendo”. Muchos de los que han sido enemigos del evangelio el Señor los ha traído y los ha convertido en amigo de su causa. Ningún ejemplo es más elocuente que la conversión de Pablo; el hombre que pasó de perseguidor ha perseguido por el nombre del Señor.

Siendo un fariseo como muchos en el tiempo del Señor, quienes se abrogaban el derecho de ser hijos de Abraham, pero que el Señor los trató como hijos del diablo, el Señor lo humilló, lo quebrantó y lo puso al servicio de su reino. ¿Qué es lo que hace que los enemigos vengan y se inclinen ante la iglesia y reconozcan que Dios la está bendiciendo?

Es el hecho de que la iglesia reaccione frente a la oposición y la hostilidad con amor y con un evidente conocimiento de Dios. Recordemos que quienes se constituyan en nuestros enemigos hoy, el Señor los convierte en nuestros mejores aliados en el mañana; y todo porque él nos ama. Es confortante saber que la iglesia que pasa por las pruebas de la humillación del enemigo, algún día tal humillación se convertirá en la exaltación de los santos.

Preservación en el día malo

Apocalipsis 3:10. La Biblia habla de las pruebas y tribulaciones por las que la iglesia pasa a través del tiempo. Pero, de acuerdo a esta palabra, se espera una gran tribulación. De tal tribulación será guardada la iglesia del Señor. Esta es una de las más claras promesas en la Biblia acerca del levantamiento de la iglesia para cuando sucedan tales cosas. En un sentido es una promesa sobre la marcha misma de la iglesia descrita por Pablo en 1ª de Tesalonicenses 4: “Porque el Señor mismo descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel y con trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos y habremos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes, para el encuentro con el Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor”. Es una gran noticia saber que el que creyente fiel, al estilo de la iglesia de Filadelfia, será guardado en la hora de prueba que vendrá sobre este mundo Apocalipsis 3:10.


Ser parte de los galardones celestiales

Apocalipsis 3:12. Otra vez se plantea aquí la condición: “al que venciere”. Esa es la consigna del creyente. Para los que vencen les espera ser parte del templo de Dios en los cielos. “Columna”, es una de las partes más importantes del templo. “Nunca saldrá de allí”, eso habla de permanencia, de eternidad. Una vez que lleguemos al cielo jamás desearemos retornar a ninguna otra parte. Os daré tres nombres. Los nombres revelan el carácter de la persona a la que se le ha dado. El primero es “el nombre de mi Dios y esa es una promesa de que los creyentes serán hechos semejantes a Dios.

Escribiré sobre él el nombre de la ciudad de mi Dios

Los dos últimos capítulos de Apocalipsis ofrecen una descripción gráfica de esta maravillosa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descenderá del cielo como una novia ataviada para el esposo, una preciosa esposa que se va a encontrar con su esposo. : “Escribiré sobre él mi nombre nuevo. ¿Qué significa eso? Como un nombre simboliza el carácter de la persona, es una referencia al hecho de que cuando la obra de redención de nuestro Señor esté acabada tendrá un nombre nuevo. Hay mucha curiosidad por saber ese nombre. Solo el Señor lo revelará en su venida. Lo más importante es saber que nuestro nombre ha sido escrito en el libro de la vida. Todo será nuevo, aun nuestro nombre, cuando estemos en su presencia.

Iglesia de Filadelfia, la de la puerta abierta

Jesús le dijo a la iglesia de Filadelfia que venía pronto y que retuviera lo que tenía para que nadie se lo quitara v. 11. Ella tenía una “puerta abierta” a las bendiciones del Señor, a tal punto de no encontrar razones para quejarse de ella. La promesa de un pronto retorno y una puerta abierta le habla mucho a iglesia de hoy. Las iglesias que tienen una “puerta abierta” son las que Dios está usando para alcanzar a los de la “sinagoga de Satanás”; a aquellos que están bajo su dominio e imperio. El Señor, quien tiene la “llave de David”, es quien abre esa puerta. Dejemos que el Señor abra esa puerta en nuestras iglesias. No seamos como los de Laodicea, quienes por no ser ni fríos ni calientes, el Señor estaba fuera de ella “tocando la puerta” para entrar. “Una puerta abierta” es una invitación a entrar por ella. Cristo dijo que él era la puerta y el que por ella entrara sería salvo. ¿Entrarás por ella hoy?


Serie: Mensaje del Espiritu a las siete iglesias

Iglesia de Efeso: Fisuras en la costura
Esmirna: Los Santos que sufren
Pérgamo: Iglesia fiel y al mismo tiempo transigente
Tiatira: Aferraos a lo que tenéis
Sardis: Sé Vigilante
Filadelfia: Una puerta abierta
Laodicea: Sé pues celoso

Serie Posterior

En el año 20021 el pastor Julio Ruiz escribió otra serie sobre las siete iglesias del apocalipsis cuyo mensajes son distintos. A continuación presentamos la serie de ese entonces:

1. Que no se apague el amor (Efeso)
2. Los santos que padecen sufrimiento (Esmirna)
3. La batalla por la pureza (Tiatira)
4. En cuidados intensivos (Sardis)
5. Cuando una iglesia trasgrede su fe (Pérgamo)
6. La puerta que nadie puede abrir (Filadelfia)
7. La tibieza del alma (Laodicea)

Julio Ruiz

Venezolano. Licenciado en Teología. Fue tres veces presidente de la Convención Bautista en Venezuela y fue profesor del Seminario Teológico Bautista de Venezuela. Ha pastoreado diversas iglesias en Venezuela, Canadá y Estados Unidos. Actualmente pastorea la Iglesia Ambiente de Gracia en Fairfax, Virginia.
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