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Las marcas de un buen discípulo

Las marcas de un buen discípulo
Las marcas de un buen discípulo

Con las marcas de un buen discípulo se inicia la serie “Discípulos con Integridad Comprobada”

Hechos 4:32-37

En la Biblia nos encontramos con varios hombres que llevaban el nombre de “José”, y por sus hechos, todos eran buenos. Observe las bondadosas características de José, el hijo de Jacob. Toda su vida estuvo rodeada de inigualables virtudes, llegando a ser un tipo de Cristo debido a sus cercanas comparaciones con el salvador. En el Nuevo Testamento nos encontramos con José, el ejemplar esposo de María, y el padre adoptivo de nuestro salvador Jesucristo. ¡Quién como él con su carácter único y ejemplar!  Su vida, aunque silenciosa, es un cúmulo de virtudes y de gracia especial. Fue el hombre escogido por Dios para cuidar a su Hijo.
 

El otro José fue el que pidió el cuerpo de Cristo para ser enterrado. Su nombre fue “José de Arimatea”. Era miembro del concilio y se nos describe como un “varón, bueno y justo” (Lucas 23:51). Y el otro José, apodado “Bernabé, hijo de consolación”, es de quien nos ocuparemos hoy. Su carácter extraordinario lo convierte en un modelo como fiel creyente, fiel amigo y buen discípulo.
 
Qué pastor no sueña con tener en su congregación a un discípulo como Bernabé, único como conciliador y para dar aliento. Su nombre original era José, que significa: “Al que Dios engrandece”, y si ese nombre ya era grande, con su apodo de “Bernabé”, será recordado para siempre. ¿Cuál fue el don de Bernabé? el de dar aliento. Esta palabra tiene su equivalente en el griego con la palabra “paracletos”, la misma que usamos cuando nos referimos al Espíritu Santo.

Cuánto necesitamos de discípulos animadores. A quién no le gusta estar con gente que le anima.  Una sola palabra, una sola llamada, un solo apretón de manos cambia las cosas. Pero, contrario a esto, algunos viven desanimados o desanimando a otros. Al iniciar esta serie acerca de Discípulos con una Integridad Comprobada, lo hacemos con Bernabé, quien nos presenta un modelo de vida para ser imitado. En él vemos las marcas de un discípulo.

Es alguien desprendido de lo que es pasajero

“Hijo de consolación”

Hechos 4:36. Los discípulos fueron muy afortunados en contar entre su membresía con un hombre como Bernabé. Sus características como un “dador de ánimo” pronto se distinguieron en medio de ellos, llegando a ser muy bendecidos con su presencia. A él no le costaba mucho hacer amigos, porque él era amigo de todos. Un asunto que se destaca en la vida de Bernabé es que no le vemos en toda la Biblia metiéndose en problemas por su carácter.

La única vez que hubo algo parecido fue por culpa de la hipocresía de Pedro, según lo diría Pablo después (cf. Gálatas 2:13, 14). El resto de su vida se caracterizó por ser un conciliador, creando siempre una atmósfera de amor y armonía, siendo esta la característica de este pasaje.

Cuando el texto nos dice que todos eran de “un corazón y un alma” v. 32, con seguridad Bernabé contribuyó con esa nota distintiva de aquella primera iglesia. Un discípulo como Bernabé le hace mucho bien a la iglesia, porque por su amor crea un ambiente de paz. Sigamos ese buen ejemplo.
 

Una propiedad puesta a los pies de los apóstoles

Hechos 4:37. Otra marca de un verdadero discípulo es aquella donde hay un desprendimiento de lo material para compartirlo con los más necesitados.

Un verdadero discípulo va de las palabras a los hechos, y nunca les dirá a otros: “Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo… (Santiago 2:16). Bernabé no mandó a nadie a su casa con la misma necesidad con la que llegó; más bien se desprendió de algo muy apreciado, y amado como lo es la propiedad, vendiéndose y trayendo todo el dinero a los apóstoles para cuidar de los miembros más pobres.

Y aunque no tenemos que vender toda la propiedad para demostrar cuán generosos somos, nuestros actos de desprendimiento muestran nuestro carácter como discípulos. Bernabé no fue más pobre después de este sacrificio; al contrario, el resto de su vida estuvo llena de la más gran riqueza, la espiritual. Mientras más damos, más ricos en bendiciones somos. ¿Le está dando al Señor lo que es suyo?

Alguien aceptando a los que otros rechazan

Pablo no era bien visto entre los discípulos

Hechos 9:26. El presente texto no podía ser más explícito.  Saulo había venido a Jerusalén con una autorización para perseguir, encarcelar y hasta matar a los cristianos. De hecho, él consintió en la muerte de Esteban. Ahora él venía “respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor…” v. 1 contra los cristianos.

Pero el Señor hizo la obra, y con ello vino un cambio radical, pues quien vino persiguiendo a sus enemigos cristianos, ahora quiere unirse a ellos para contarle lo sucedió, pero “todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo”.

Cuando alguien ha sido tan malo, no es fácil creer en un cambio tan rápido, para ser bueno. Es posible que los discípulos esperaran un cambio en otras personas a quienes contactaban, pero ¿quién podía ver cambiado a Saulo? ¿Quién se atrevería llevarle el plan de salvación? Nadie estaba dispuesto a hacerlo por el temor apoderado en ellos. Nadie lo aceptaba, sin embargo, “el hijo de consolación” creyó en él y lo había aceptado.  

Un mediador que tranquiliza los temores v. 27. Mucha genta estaría orando por Saulo, si no por su conversión, si para ser detenido en sus planes destructivos contra los cristianos. Y el Señor lo hizo; y, ¡de qué manera! Sin embargo, aquella noticia parecía demasiada buena para ser creída. Ni el mismo Pedro, quien había visto milagros tan excepcionales aceptaba la conversión de Saulo.

Fue, pues, necesaria la intervención del “hijo de consolación” para introducirlos a ellos. Bernabé se dio cuenta que aun entre los cristianos hay prejuicios para recibir y creer en la vida de un hombre malo, y Saulo era uno de ellos. Es así como él se dispone a traer al “hombre del terror”, para presentarlo como una oveja mansa, quien ha tenido un encuentro con su salvador y Señor.

A Saulo nadie le creería si contaba su testimonio, pero si lo harían si Bernabé lo contara, porque confiaban en él como consolador. De esta manera, mientras otros habían visto lo peor en Saulo, Bernabé vio lo mejor en él. Así actúan los verdaderos discípulos.  

Alguien animando a los que apenas comienzan

“Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia… y enviaron a Bernabé”

Hechos 11:22. La iglesia de Antioquía había nacido para crecer y ser una bendición mundial. De hecho,
esa iglesia sería como el “cuartel general” desde donde se comandaron todos sus viajes misioneros. 

La noticia del rápido crecimiento llegó a Jerusalén, la “madre” de las nuevas iglesias. El versículo previo a este nos habla de cómo la mano de Dios se movía permitiendo a un gran número de nuevos creyentes unirse a ella Hechos 4:21.

Pero como ocurre en todo crecimiento, los nuevos hermanos necesitan de orientación, y establecerlas en la fe y en la doctrina. Frente a esto, los apóstoles saben de Bernabé, el discípulo indicado para este discipulado inicial. De esa manera, Bernabé, quien no solo había puesto el precio de su heredad a los pies de los apóstoles, se ofrendó así mismo, obedeciendo el llamado, viajando luego a apoyar a los nuevos hermanos en su nueva fe. Un discípulo como Bernabé será siempre la mejor influencia para un nuevo convertido. Los nuevos creyentes necesitan modelos a seguir y Bernabé era uno con una gran influencia entre ellos.

Ejerciendo el ministerio de la exhortación

Hechos 4:23. El ánimo que ejercía Bernabé salía de una manera natural. Por seguro era totalmente desprejuiciado y no llevaba consigo elementos condenatorios. Él, por ser “hijo de consolación”, poseía una gracia particular para animar a aquellos que apenas comenzaban, o que simplemente requerían de su trabajo. El énfasis de su ministerio se basaba en aconsejar a los llamados “cristianos” por primera vez para que fueran fieles de corazón al Señor. Por cuanto la mayoría de ellos eran gentiles, convertidos del
paganismo, era necesario exhortarlos con un gran “espíritu de mansedumbre”, y nadie más poseía ese carácter que el hombre a quien los discípulos enviaron a esa naciente iglesia.

Se nos ocurre pensar que, si Pedro hubiera ido para esta delicada tarea, por ser gentiles en su
mayoría, es muy probable que el éxito no fuera tanto como el que experimentó Bernabé. Los
verdaderos discípulos son aquellos que te reciben tal y cual eres. Aquellos que, aunque vean tus
defectos, resaltan más tus virtudes. El dar aliento es una influencia que perdura por siempre.
 

Alguien menguando para que el otro crezca

En búsqueda del hombre necesario

Hechos 11:25.  Observe la otra nobleza de Bernabé. Él vio la abrumadora necesidad de la iglesia en Antioquia, y el hombre para ayudarlo en ese trabajo era Pablo. Bernabé reconocía sus límites, y para el trabajo de poner las bases doctrinales, el hombre necesario era Saulo, el convertido de Damasco. Fue así como viajó a Tarso para traer de regreso a la persona que haría la gran diferencia en la iglesia que había sido llamada paravimpactar al mundo.

Bernabé no era alguien con intereses en negocios propios. Su misión fue descubrir, motivar yvayudar a otros. Bernabé no escribió ningún libro. Sin embargo, Pablo escribió casi la mitad delvNuevo Testamento. Lo mismo hizo con Juan Marcos. Bernabé fue el hombre que Dios usó paravayudar a desarrollar liderazgo. ¿No es esto maravilloso? Los verdaderos discípulos construyen elvéxito en los demás y no les importa si menguan. Así fue Juan el Bautista.
 

“Y se congregaron allí todo un año con la iglesia…”

Hechos 4:26. Hasta este momento la vida devPablo, después de su conversión, no era conocida de una forma pública. Cuando Bernabé lo trajo a Antioquía allí comenzaría su gran ministerio. En este sentido, Bernabé no se acompleja porque pronto Pablo lo pasaría en su liderazgo. Es más, creo que él se gozó por eso. Me parece oír enBernabé lo dicho por Juan el Bautista: “Es necesario que el crezca y que yo mengue”. Entre las marcas de un buen discípulo se contempla esto. No hay tal cosa como una envidia porque el otro tenga más éxito que él.

Cuando comenzaron los viajes misioneros al principio se venía a Bernabé y a Pablo, luego el
cambio de liderazgo fue evidente, pues inmediatamente se comienza a ver esta inversión: Pablo y
Bernabé.  No importa si tengo que menguar para que mi hermano crezca. No importa cuánto
tengo que sacrificar si al final logro el éxito en el otro. El verdadero discípulo da su vida por sus
amigos. Su mayor gozo será ver a propio discípulo superarlo en todo.
 

Alguien levantando al que no puede seguir   

El caso de Juan Marcos

Hechos 15:37-39. ¿Se puede imaginar un desacuerdo entre Pablo y Bernabé? Pues sucedió, y el culpable fue Juan Marcos en su primer viaje misionero. No sabemos las razones del desacuerdo, pero Bernabé se hizo cargo de Juan Marcos, trayendo esto una división entre dos grandes amigos. ¿Qué hubiera hecho usted? Lo más natural pareciera ser, dejar a un lado a personas como Juan Marcos y olvidarse de ellos. ‘Si han fallado’, dirían algunos, ya no hay más chance para ellos. Pero ¿qué sucedió más adelante?  Como Bernabé no desechó a Juan Marcos, Pablo después pidió que trajeran a Juan Marcos porque le era útil (2 Timoteo 4:11).

Hay muchas personas que han fallado y que necesitan ayuda para restaurar sus relaciones.  Amados hermanos, que no se diga que la iglesia es el único ejército en el mundo que deja morir a sus soldados heridos. Cuando una persona ha fallado, ellos no necesitan más condenación. Ellos necesitan ser levantados. Esto es lo que dice Gálatas 6:1. Hay muchos hermanos que necesitan ser restaurados, pero necesitamos muchos “Bernabé” para levantarlos. Necesitamos más consoladores que condenadores. En función de esto, ¿evidencia usted las “marcas” de un Bernabé en su vida?

Las marcas de un buen discípulo

La vida de Bernabé nos impacta mucho como un buen discípulo de Cristo. Obsérvalo desprendiéndose de sus bienes, aceptando a los que otros rechazan, animando a los desanimados, menguando para que otros crezcan y finalmente ayudando a los que otros rechazan.  ¿Qué clase de discípulo soy? ¿Qué estoy haciendo hoy por otros?

Un discípulo verdadero posee un corazón como el de Bernabé. Él se gozará en desprenderse de lo que tiene y compartirlo con otros; pero, sobre todo, él se invertirá en otros y se gozará al ver que los demás triunfan, aunque por esto mengue. Le invito hoy a ser esa clase de discípulo. ¿Caracterizan estas marcas a su propia vida? ¿Es usted un discípulo de integridad comprobada?

Discípulos de Integridad Comprobada

1: Las marcas del discípulo
3: Timoteo, el hijo del honor
4: Aristarco, un discípulo sombroso
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