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Las Siete Virtudes Capitales, Parte 5

Corriendo con Paciencia

La paciencia es la virtud capital que se define como la probidad del que sabe sufrir y tolerar los infortunios y adversidades con fortaleza, sin lamentarse. Esta es la virtud que se opone a esas reacciones negativas que batallan con nuestro carácter, tales como: la ira, la intemperancia, la inquietud, la intranquilidad, el desasosiego, la turbación y el nerviosismo. Isaac Newton reconocía el valor de la paciencia para sus más inimaginables logros, cuando dijo: “Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que a cualquier otro talento”. Nadie puede negar que la paciencia puede desarrollar en cada uno la capacidad de esperar lo máximo de lo que hacemos y llegar a ser mejor de lo que somos. Lo último es dicho porque solemos soportar nuestro entorno, incluyendo caracteres exaltados, pero no siempre toleramos nuestras fallas porque no nos tenemos paciencia. Por otro lado, el consumo de las cosas “rápidas” ha hecho que esta generación coloque a un lado esta virtud capital. Caminamos sobre un mundo que anda de prisa y que busca atajos para esquivar cualquier tipo de proceso que requiere tiempo y exige un extra de nuestra entrega. Pero lo cierto es que no iremos más allá de la paciencia que exhibamos. Contrario a esto, no hay cosa imposible para quien sabe trabajar y esperar. Porque la paciencia es el arte del que sabe persistir, pero que jamás deja de obrar.
 
 El título de la entrega de hoy plantea una reacción contraria al concepto tradicional de lo que suponemos es la paciencia. Por lo general asociamos esta virtud con un estado de quietud, como el sentarse o acostarse, hasta que suceda algo. Sin embargo, “Corriendo con Paciencia” demanda una total acción en la “pasividad” de esta virtud. Estamos, pues, hablando de una paciencia que puede correr. Pero, ¿qué tipo de paciencia es esta? No es, por cierto, aquella que permanece en un conformismo en los tiempos de angustia; o en la tranquilidad, mientras se está bajo el golpe de una gran adversidad. Es aquella que aun cuando el corazón transite el “valle de sombra o de muerte”, aún así sigue avanzando. Es aquella que mantiene cumpliendo el compromiso, aunque haya un espíritu abatido por algún pesar. Es aquella que tiene un objetivo para alcanzar, una meta por concluir. Esta clase de paciencia hay que ejercitarla. Ella no se logra levantando la bandera de la resignación, sino enfrentando los vientos contrarios con abnegación. Emmanuel Kant, el filósofo alemán, hablando de los hombres débiles o fuertes, dijo: “ La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte”. Este es el contraste de lo que a veces pensamos respecto a la fortaleza.
 
 Una persona que logra desarrollar la paciencia como instrumento para sus éxitos, de alguna manera vive en una sintonía divina, cuyo resultado ostensible se produce en la formación de su propio carácter. Los tales reconocen que esta virtud es una concesión del cielo, pues es dada como parte del fruto del Espíritu, el más grande regalo que puede habitar en el corazón del hombre. Quien esto posee, desarrolla no sólo la paciencia para esperar lo que tanto anhela, sino otras virtudes con las que adornará su vida y con las que conquistará lo que se extiende adelante. El fruto del Espíritu se describe como: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…” (Gálatas 5: 22,23) ¿Puede imaginarse una vida mejor equipada que esta? ¿Pudiéramos pensar en otro poder mayor que nos ayude a formar nuestro carácter y darle equilibrio a la vida? Quienes así viven aceptan el reto de correr con paciencia la carrera que tienen por delante. Reconocen que no son autosuficientes, sino que con humildad levantan su mirada hacia arriba donde saben que está Jesús, el gran conquistador de todo, el autor y consumador de la verdadera salvación (Hebreos 12:1, 2) De esta manera, el fruto de la paciencia logrará mejores personas con mejores relaciones, pero además logrará poner al hombre en la ruta de su más férvida esperanza, la vida eterna: “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5:8)


Estudios de esta Serie:

Las Siete Virtudes Capitales, Parte 1
Las Siete Virtudes Capitales, Parte 2
Las Siete Virtudes Capitales, Parte 3
Las Siete Virtudes Capitales, Parte 4
Las Siete Virtudes Capitales, Parte 5
Las Siete Virtudes Capitales, Parte 6
Las Siete Virtudes Capitales, Parte 7

Nota: Este estudio es brindado por entrecristianos.com y su autor para la edificación del Cuerpo de Cristo. Siéntase a entera libertad de utilizar lo que crea que pueda edificar a otros con el debido reconocimiento al origen y el autor.
 
 

 

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