Del escritorio de Julio Ruíz

Miembros de su Cuerpo

 

1 Corintios 12:12-18

INTRODUCCIÓN: La vez pasada  hablamos de la iglesia como la “familia de Dios” y los privilegios que esta relación nos ofrece, así como la atención que recibimos dentro de la misma. Hoy abordaremos la  figura  de la iglesia como “cuerpo de Cristo”. Debo decir que ninguna otra figura nos habla de la importancia que somos para Cristo como ésta. Porque el cuerpo está compuesto por miembros, y aun cuando son muchos y con distintas funciones, todos están  unidos y trabajan en mutua coordinación  con la cabeza. Así tenemos que aunque los miembros sean distintos cada uno es de extrema importancia para que el cuerpo ande bien. Ahora bien, ¿cómo se da esta importancia en el cuerpo de Cristo? ¿Sabía usted que cada creyente tiene por lo menos un don espiritual y que la tarea más importante es saber cómo descubrir, desarrollar y utilizar sus dones dentro del cuerpo? Los dones determinan tu importancia dentro del cuerpo. Pero, ¿es la iglesia  importante para ti? Hay creyentes que dicen: “Cristo sí, iglesia no”. ¿Cómo vio el Señor a su iglesia? La vio como su novia, esposa, rebaño, edificio espiritual, familia y como su cuerpo. Toda esta forma de describirla  habla de comunidad, de estar unidos. Esto nos dice que somos miembros los unos de los otros. Jesús y la iglesia, aunque no son iguales, son inseparables. Si algún creyente no quiere el compañerismo con  sus hermanos, entonces no debiera aspirar tener compañerismo con los santos en el cielo.  ¿Qué importancia tiene el ser miembro de la iglesia de Cristo?
 
I. COMO MIEMBROS DE SU CUERPO REVELAMOS A UNA PERSONA v. 12
 
1. En mi cuerpo solo vivo yo. Sabemos que cuando Jesús vino al mundo existía un verdadero imperio satánico de posesiones demoníacas. Y por cuanto él vino a “dar libertad a los cautivos”,  su experiencia de enfrentarse a los demonios, y ordenarles que dejaran libre a sus víctimas, fue altamente notoria; acuérdese del caso del endemoniado gadareno (Marcos 5). Una de las características notables de los demonios es  que ellos toman el cuerpo de una persona como su propia casa y a través de ese instrumento se expresan, se burlan y  amenazan. De modo que no es extraño que la persona que habla sea distinta a la del cuerpo poseído. Una persona en este estado tiene a otro, o a otros por sus voceros. Pero esto es una excepción, pues la regla general es que quien habla a través de mi cuerpo sea yo mismo. ¿Qué queremos decir con esto? Que nadie sabe nada de usted a menos que lo sepamos por su cuerpo. Usted es quien debe manifestarse a través de su propio cuerpo. A veces quisiéramos ver a otra persona actuando en su del cuerpo.
 
2.  ¿A quién debe manifestar el creyente a través de su cuerpo? La forma cómo el mundo conocerá de Jesucristo es a través de nosotros, su cuerpo. Como creyentes estamos en el mundo para decirle a la gente cómo es Cristo. La iglesia es la parte visible del invisible Jesús. Ningún ser humano ha podido vivir la vida cristiana. Por lo tanto, la única persona que así lo ha hecho se llama Jesús. Pero escuche esto: Nadie puede  ser Jesús sino Jesús mismo. Es Jesús en nuestros corazones que lo hará. Entonces hay que dejar que Jesús sea Jesús en la vida. Pablo nos ha dejado un texto que muchas veces es ignorado y debemos recordarlo, cuando dijo: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:17). Jesús debe manifestarse a través de su cuerpo que es la iglesia. Donde quiera que Jesús se manifieste debe ser por medio de usted mismo.
 
II. COMO MIEMBROS DE SU CUERPO EL ESPÍRITU SANTO NOS POSEE v. 13
 
1. ¿Por qué el cuerpo se mueve? Porque tiene un agente motivador que le da vida. Cuando Dios creó la tierra estaba desordenada y vacía, pero el “Espíritu de Dios” se movía sobre la faz de las  aguas, y eso le garantizaba su vida. El hombre fue creado del polvo de la tierra, pero no fue si hasta que Dios le dio el soplo en su nariz que éste llegó  a ser un “alma viviente”. La vida de mi cuerpo es mi espíritu. Somos animamos por el espíritu que está en nosotros. Cuando Jesús murió en la cruz, él entregó su espíritu al Padre. Pero luego al tercer día Dios lo envió otra vez al cuerpo operándose el gran milagro de la resurrección. El cuerpo necesita tener un poder motivador. Jesús tuvo ese poder, el Espíritu Santo. El Espíritu Santo debe ser la vida de la iglesia donde quiera que se encuentre. La vida de Dios debe estar en la iglesia por cuando por un solo Espíritu fuimos bautizados. Yo no tengo que esperar otro bautismo del Espíritu porque ya fue.
 
2. El Espíritu debe mover el cuerpo, no los planes. Si algo necesita la iglesia  hoy es que el Espíritu Santo la mueva. Hay una enorme diferencia cuando el Espíritu Santo está trabajando, moviéndose. Así como mi espíritu me motiva todos los días, el Espíritu Santo debe ser la vida de la iglesia.  La iglesia es un cuerpo con Jesús como la cabeza. Todos hemos sido bautizados en un cuerpo y todos hemos bebido de su un mismo Espíritu. Si esta es una doctrina distintiva entre nosotros, así como lo fue para la iglesia del primer siglo, el asunto más urgente es dejar que el Espíritu Santo siga moviendo a su iglesia como lo hizo en el pasado. No son los planes sino el Espíritu quien debe mover a la iglesia. La iglesia de Corintios tenía mucha confusión respecto a la obra del Espíritu. Además de haber cristianos carnales y espirituales, tenían una confusión respecto al uso de los dones espirituales. De allí la importancia de este capítulo 12. De modo, pues, que como el espíritu mueve al cuerpo humano, usando sus miembros, así el Espíritu Santo mueve a la iglesia usando sus dones espirituales. ¿Lo está haciendo con nosotros?
 
III. COMO MIEMBRO DE SU CUERPO DEBEMOS MINISTRAR A CRISTO v. 18
 
1. ¿Para qué tengo mi cuerpo? Para que  me sirva. La única razón por la que tengo mis ojos es para que me ayuden a ver. La razón por la que tengo mis manos es para que ayuden a agarrar. Con ellas me alimento,  escribo, toco… ¡Qué difícil es cuerpo sin manos! Y, ¿qué decir de mis piernas? Ellas son las encargadas de llevar todo el peso de mi cuerpo. Tenga cuidado de estarle poniendo mucho peso a su cuerpo, las piernas pueden protestar. Mi cuerpo está acá para ministrarme. Mi cuerpo debe servirme y  no que yo le sirva a él. Pero lo que es más importante, mi cuerpo está para ministrar a Cristo. Él cuerpo no debe tener sus propios planes sino tener una agenda exclusivamente para el Señor. ¿Ha notado que siempre queremos hacer las cosas para el Señor? ¿Había pensado que es al revés? Es Jesús quien  tiene que hacer las cosas a través de nosotros, así como mi yo decide lo que el cuerpo debe hacer.
 
2. Él no tiene otras manos sino las nuestras. Una catedral de Europa fue destruida por las bombas nazis. Cuando los soldados americanos entraron descubrieron una estatua del Señor Jesús hecha pedazos. Trataron de restaurarla por cuanto habían encontrado todas las partes, menos las manos. Uno de los soldados, quien sin duda era un cristiano, puso una placa debajo de la estatua con la siguiente inscripción: “Jesús no tiene otras manos que las nuestras para hacer su obra”. Así tenemos que nosotros somos sus pies, sus manos, su boca… en fin, somos su cuerpo. Ahora bien, ¿está disponible para que Jesús se manifieste a través de usted? ¿Está  listo para entregarle al Señor sus dones,  y decir: “mis manos son tus manos, mis pies tus pies, oídos tus oídos, mis ojos tus ojos, mi boca tu boca, mi cuerpo tu cuerpo…?”.
 
IV. COMO MIEMBROS DE SU CUERPO TRABAJAMOS  JUNTOS  vv. 14, 15
 
1. En el cuerpo debe haber un programa mutuo. El cuerpo, aunque tiene  muchos miembros, tiene un perfecto balance. Imagínese si todo fuera una enorme oreja, ¿dónde estaría el cuerpo? En un cuerpo hay un programa mutuo. Todos trabajan para la orden que da la cabeza. De igual manera, todos los miembros tenemos una sola agenda de trabajo y esa es la que nos traza el Señor. Esto lo hacemos porque hay algo que tenemos en común y es poseer la misma vida en este cuerpo. El apóstol lo fijó muy claro en los versículos  15 y 16.  Nadie fuera del cuerpo puede funcionar sin los demás. Es cierto que algunos miembros pudieran exhibirse más que otros, pero ¿qué se harían los unos sin  los otros? Pongamos este ejemplo. Los ojos son hermosos. Se ven muy lindos en el cuerpo, pero ¿cómo reaccionaría usted si alguien le entrega una caja llena de ojos? De igual manera con las manos. Ellas juntas son hermosas y laboriosas, pero ¿cómo se vería una mano sola en un escritorio? Necesitamos funcionar juntos a otros creyentes porque eso es lo que hace que el cuerpo mantenga un solo programa para su crecimiento.   
 
2. En el cuerpo no hay miembros sin acción. Hay una alarma en todo el cuerpo cuando un miembro no funciona.  ¿Qué pasa, entonces,  en la iglesia  cuando dejamos que unos pocos sean los que hagan el trabajo? Nos necesitamos todos v. 17. Debemos agradecerle a Dios por la forma cómo él quiso distribuir sus miembros en el cuerpo. Hay miembros que están a la vista, y son importantes, pero ¿qué de aquellos que no se ven y que son vitales para que los demás funcionen? Vea lo que nos dicen los vv. 25-26. Tenemos la misma vida y debemos tener el mismo amor. Si usted está en el cuerpo de Cristo usted no debe ser arrogante. No debemos ser envidiosos al pensar que esa otra persona tiene un don que yo no tengo. A veces queremos ser el ojo cuando Dios nos ha puesto como el hígado. En este cuerpo no puede haber lugar para la autosuficiencia. Todos somos necesarios e indispensables. En el cuerpo los únicos “mirones” son los ojos. El resto de los miembros se ponen en acción para finalizar la tarea.
 
CONCLUSION: Resulta interesante que Pablo utilice esta analogía de la iglesia como “el cuerpo de Cristo” para hablar a la iglesia de Corintios, la que más dolor de cabeza le había dado sobre la unidad. En la iglesia había cuatro grupos que seguían a sus respectivos líderes. Unos seguían a Apolo, otros a Pedro, otros a Pablo y había algunos que seguían a Cristo. Además de haber serios problemas morales, la situación había alcanzado niveles alarmantes, pues algunos hermanos fueron hasta las autoridades civiles para arreglar sus diferencias. De modo que es a esa iglesia a la que Pablo le habla de la importancia de ser miembros del cuerpo de Cristo y la necesidad de preservar la unidad entre ellos. El asunto es que en la iglesia todos nos necesitamos, así como es indispensable que el cuerpo humano use todos sus miembros para funcionar adecuadamente. El saber usar nuestros dones espirituales de una manera adecuada ayudará a la iglesia en su desarrollo normal. Pero para que suceda debemos amar realmente a la iglesia. Si decimos que amamos a Jesús, entonces debemos amar a su iglesia. Usted no puede ser fiel a Jesús y ser infiel a su iglesia. ¿Qué tan fieles somos con la iglesia? ¿Qué tan fiel soy con sus cultos, con la tarea de evangelizar, de orar, de dar mis diezmos y ofrendas? ¿Me identifico como uno de sus miembros o me da igual ser parte de la vida de ella? Recuerde que cuando Cristo vuelta, vendrá para recoger a su iglesia. ¿Cómo se prepara para ese día? ¿Será un miembr

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