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Mirando el buen orden

el buen orden
el buen orden

El buen orden en una iglesia habla de mucho de lo que ella cree o practica.   Pablo reconoció a los hermanos de Colosas que a pesar de las amenazas de las herejías que estaban llegando a la iglesia,  se goza en ver el  buen orden que tenían y la firmeza en la fe que habían demostrado. 

Colosenses 2:6–7

Como ya hemos hablado, Pablo no fundó la iglesia a los Colosenses, pero por ninguna otra sintió tanto amor y devoción como el que tuvo por esta iglesia. Al pensar en ellos nos dice que tuvo una gran lucha por los que no habían visto su rostro. ¿Y cómo puede tener tanta preocupación por alguien a quien no conoce ni tampoco se ha visto?

Bueno, la única manera que esto sea posible es por el amor que despierta en el corazón de un hombre de Dios la vida de los ya salvados que pudieran estar en peligro de ser afectados en su fe. Cuando uno lee los siguientes versículos del presente capítulo pronto descubre que la iglesia de Colosa gozaba de buena salud.

El evangelio era muy amado y reverenciado. Los frutos que estaban dando eran evidentes en su estilo de vida. La fe que profesaban era sana y el amor fraternal entre ellos era práctico y les distinguía. Y su estilo de vida cristiana era tal que Pablo, aunque no estaba presente, elogia a esta iglesia de una manera que no lo hace con otra.

Estas son las palabras que dejan ver su admiración por ellos: “Porque aunque estoy ausente en cuerpo, no obstante en espíritu estoy con vosotros, gozándome y mirando vuestro buen orden y la firmeza de vuestra fe en Cristo” Colosenses 2:5.

Entonces la pregunta es ¿que agobiaba al apóstol Pablo cuando oraba y pensaba en ellos? Bueno mis hermanos, las mismas angustias que tiene un pastor por su iglesia, tales como: Hermanos indiferentes, hermanos débiles en la fe, hermanos extraviados doctrinalmente, hermanos enfermos físicamente y enfermos del alma. Y, sobre todo, hermanos que aman más al mundo, junto con los deseos de la carne.

Esto constituye una lucha para los que pastorean las ovejas, de allí la importancia del presente mensaje. La pregunta para responder hoy será qué hace a una iglesia ser elogiada por su buen orden y su firmeza en el Señor. Conozcamos su secreto.

La manera como hemos sido enseñados

La enseñanza bíblica determina la solidez cristiana.

Colosenses 2:7. No sabemos cuántos maestros tuvieron los hermanos colosenses, pero ellos fueron debidamente preparados para ser elogiados de la manera como Pablo lo hace. Por supuesto que entre sus maestros estuvo Epafras, quien al parecer fue su pastor fundador. Él, junto con otros se encargaron de establecer una enseñanza sólida con la que fueron formados. Los temas a los que Pablo hace alusión hicieron de ellos una iglesia bíblicamente bien establecida.

La meta de alcanzar las riquezas del pleno entendimiento, así como conocer el misterio del Dios y Padre de Jesucristo, formaban parte de la palabra enseñada. El asunto es que no hay límites al conocimiento cuando somos bien instruidos en la palabra. La ignorancia bíblica nos hace débiles en la fe, indefensos ante los ataques del enemigo y nos paraliza en el crecimiento cristiano.

Lo anterior se cumple en las palabras de Pablo cuando dijo: “de la manera que habéis recibido al Señor… andad en el él”. La vida cristiana se trata de andar. Esto habla de una actividad permanente, de no pararse en seguir a Cristo. De Enoc se dice que caminó con Dios y era tal su intimidad que fue llevado al cielo sin pasar por el proceso de la muerte.

La enseñanza correcta evita la confusión doctrinal

Colosenses 2:4, 8. Los creyentes colosenses habían sido bien instruidos en la palabra, pero una amenaza seria quería cambiar la fe que ellos depositaron en Cristo. ¿Qué oyó Pablo que lo puso en alerta al escribir este texto? Al parecer ya era notoria “la herejía colosense”.

Por lo tanto, Pablo reconoce que había muchos lobos que estaban disfrazados de ovejas, hombres reprobados que procuraba desviar a los creyentes por medio de falsos argumentos. Bueno, el asunto es que el mal es poderoso. Era un hecho inminente que los hermanos colosenses estaban en peligro de ser engañados, atraídos por algún error con los que falsos maestros entrarían encubiertamente entre ellos, pero que ahora Pablo les pone en advertencia.

Y mencionamos esto porque la vida cristiana puede ser destruida, si no por el pecado, si por una falsa doctrina. La expresión “para que” debiera recordar que el pecado, aunque es un enemigo formidable, no tiene por qué derrotarnos. Las “palabras persuasivas” tienen la misión de confundirnos en la fe. Pero el auténtico creyente ha sido enseñado en su doctrina de modo que nada pueda perturbarlo o apartarlo de la fe una vez dada a los santos.

La manera como hemos profundizado

Las raíces son las que sostienen

Los hermanos de Colosa habían echado raíces profundas en Cristo, por lo tanto, eso les había sostenido en los momentos cuando los vientos de doctrina estaban presentes y pretendían que ellos cambiaran su fe. Pablo los anima a mantener sus raíces con las que han crecido pues son ellas las que sostendrán el tronco de su vida para que sus ramas den el fruto esperado.

La palabra “arraigados” significa echar raíces. Y esto era lo que había pasado con estos hermanos. Habían echado de tal manera sus raíces en el Señor que no serían fácilmente movidos por cualquier viento de doctrina. Una de las pruebas que nos permite ver la fragilidad de un árbol es a través de los feroces huracanes que le golpean.

No es sorpresa que después que haya pasado la tormenta ver el desastre que causan los árboles desarraigados a los caminos y a las casas. La destrucción que dejan sus ramas es notoria. Pero en medio de esos vientos de altas velocidades también vemos a las palmeras sometidas a tal furia, y aunque sus hojas se las lleva el viento y su tallo llega hasta rozar el suelo, no se desarraigan.

Las raíces de los creyentes no pueden ser menos que esto. Es la falta de profundidad en el Señor lo que nos hace débiles en la fe.

Las raíces son las que alimentan

La figura del salmo 1 es sencillamente elocuente cuando leemos del “árbol plantado junto a corrientes de agua”. El resultado de dar su fruto a su tiempo y que su hoja no caiga se debe a sus raíces que buscan alimentarse del agua y de los nutrientes minerales de la tierra de modo que, al verlo frondoso, sepamos que la belleza de sus hojas y sus frutos están relacionadas con el trabajo que hacen las raíces.

Y esto es lo que pasa en la vida espiritual. El elogio que Pablo hace a los hermanos de Colosa respecto a su buen orden y firmeza tenía que ver con la manera cómo ellos habían creído y crecido en el Señor. Sus profundas raíces en el conocimiento del Señor no solo los hacía estables, sino que a través de ellas alimentaban su fe.

Se dice que el árbol de raíces más profundas se llama el “Árbol del Pastor”. Es capaz de crecer hacia abajo con sus raíces en la misma proporción que crece su tallo y sus ramas. Esto nos ilustra la importancia que tiene para la vida la manera cómo hemos venido profundizando nuestro crecimiento en Dios.

Nuestro conocimiento y sabiduría con los que enfrentamos las pruebas y las tentaciones tiene mucho que ver cuán profundas son nuestras raíces.

La manera como hemos sido edificados

Edificados sobre el fundamento de la fe

Pablo es el gran defensor del fundamento que ya ha sido puesto y que no debe ser quitado (1 Corintios 3:11). Y si bien es cierto que los hermanos de Colosa estaban siendo amenazados en su doctrina, Pablo les dice que ellos son la obra de un constructor – nada menos del que aprendió carpintería de su padre terrenal, José – pero especialmente del “arquitecto y constructor” que no es otro sino el mismo Dios creador de todo.

Por lo tanto, Pablo sabía que los hermanos Colosenses tenían un fundamento sólido, pues su discípulo Epafras los había edificado firmemente. ¿Cómo sabemos que ellos fueron edificados sobre este fundamento? Uno de los textos que confirma esta verdad nos dice: “… y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” Colosenses 2:10.

Tener el fundamento del Señor es vivir una vida cristiana estable, sin ser movida por ningún tipo de nuevas corrientes que tienen como propósito engañar y apartarnos de la fe en la que nos hemos afirmado con los años. Y es que al tener a Cristo como el fundamento de nuestra fe tenemos acceso a todos sus tesoros (v. 3), los que no pueden ser comparados con ningún otro tesoro del conocimiento terrenal.

Edificando la vida sobre el fundamento

Cuando Pablo usa la palabra “sobreedificado” está diciéndonos que nuestra vida espiritual se construye encima del fundamento que ya está puesto. Sobreedificar es edificar arriba. El buen orden y la firmeza con la que Pablo elogia a estos preciosos hermanos tuvo que ver con esto.

Sus vidas las habían levantado no sobre el fundamento filosófico de los griegos o sobre la vida licenciosa de los romanos, sino sobre la vida, muerte y resurrección de Cristo. La belleza espiritual de ellos se debía a que habían sobreedificado su fe no en “madera, heno, hojarasca “, sino sobre “oro, plata, piedras preciosas” de acuerdo con el pasaje de 1 Corintios 3:11. Allí Pablo habla del fundamento y lo que sobre este se edifica.

Es claro, entonces, que hay dos maneras de construir la vida espiritual. Lo que representa la madera, el heno y la hojarasca es una construcción sobre sobre lo banal y pasajero. Es la vida espiritual cuya característica principal es la gobernada por los deseos de la carne más que los del espíritu. Las obras que hace este creyente se queman rápido y no permanecen. Pero el creyente que edifica su vida sobre el oro, plata y piedras preciosas es sólida, firme y de bella presencia ante los demás.

La manera como hemos sido confirmados

Confirmados en la fe

El texto del cual se desprende nuestro tema tiene que ver con la declaración “de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él”. Usted no irá más allá en su vida cristiana, sino de acuerdo cómo recibió al Señor.

Si lo hizo de una manera emocional usted necesitará siempre de nuevas emociones para sobrevivir, sino sólo recibió a Cristo como salvador usted solo espera morir para irse al cielo, porque siente que ha sido salvo, pero si usted recibió a Cristo como Señor, lo que más desea es que él gobierne en todas las áreas de su vida.

Y es sobre esto último que somos confirmados en la fe. Por cierto, esta no es la confirmación al estilo según enseñaban algunas religiones. Tu confirmación no viene después del bautismo. Tu confirmación en la fe es el resultado de tu experiencia en la conversión (arrepentimiento) y sigue a través del proceso de un crecimiento discipular que no se detiene.

Un asunto es estar confirmado para hacer cosas en la vida (deportes, negocios, reuniones o invitaciones) que estar confirmado en la fe. Y esta no es una fe en la iglesia o en las tradiciones. Es una fe puesta en Cristo, aquel en quien habita “corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. No es cualquier fe.

En lo que es sólido y totalmente seguro

La fe de la que estamos hablando, como sugiere el comentarista Lightfoot, “es el cemento de la construcción”. Es aquello que pega todo el andamiaje de nuestra vida cristiana. Esta clase de fe significa aquello que te mantiene en el tiempo, más que la del momento cuando le entregaste tu corazón a Cristo. Esto es parte del problema de tantos creyentes. La Biblia nos recuerda que “por fe andamos, no por vista”.

Que debe ser de acuerdo con la traducción de Romanos 1:17: “Saliendo de fe y entrando a la fe”. Es una fe que sigue la madurez de acuerdo con Romanos 14:1. Es una fe dada para que por ella crezcamos según 2 Corintios 10:15. Pero, sobre todo, es la fe que nos mantiene firmes frente a todo tipo de ataques que nos mueva de lo que hemos creído, de acuerdo con 1 Corintios 15:58.

Los colosenses habían sido confirmados en esta fe a través de su pastor Epafras, y refrendadas ahora por el apóstol Pablo. Así, pues, cuando Pablo habla del buen orden que ve en estos hermanos, también hace alusión a la “firmeza en la fe de vuestra fe en Cristo”. La firmeza de nuestra fe es la que nos hace creyentes robustos y sólidos en el Señor. No esperemos menos que esto.

El buen orden

¿Por qué Pablo utilizó las metáforas “arraigados y sobreedificados” al referirse a estos hermanos? Porque así ellos podían resistir la seria advertencia que él mismo hace de acuerdo con el v. 8. Muchas cosas le pueden preocupar a un pastor de una iglesia, por lo que sostiene una lucha al igual que Pablo, pero creo que la influencia del error visto en las falsas doctrinas donde algunos creyentes caen es la preocupación mayor.

Sin embargo, cuando en una iglesia todo lo arriba expuesto es una realidad (haber sido enseñados, arraigados, sobreedificados y confirmados en la fe) la acción de gracia será lo que más distinga a esa vida, en lugar de las quejas, las murmuraciones y el desacato a la autoridad espiritual.

El buen orden y la firmeza espiritual de una iglesia, de un creyente, es el resultado de la manera cómo andamos en el Señor. Tenemos un nuevo año delante de nosotros, cómo será nuestro andar en este tiempo.

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