Del escritorio de Julio Ruíz

Te seguiré Señor, pero…

Lucas 9:57-62

En Hollywood, un grupo de personas relacionadas con la cinematografía se reunían para tomar juntas el desayuno. Tenían por costumbre invitar a distintas actrices y actores, así como a otras personalidades para que les dieran conferencias de sobremesa. Cierta mañana, una hermosa joven de nombre Colleen Townsend era la invitada de honor; una revista de amplia circulación la había escogido como una de las diez jóvenes más bellas del país. Estaba ganando $2000 semanales como actriz, y su fama se extendía. Ese grupo le pidió que le dirigiera brevemente la palabra, y cuando se acercó al micrófono, dijo esto: -Señores, estoy enamorada. Me acabo de enamorar. Los presentes gritaron y aplaudieron hasta que, al fin, alguien se animó a preguntar: -¿Quién es el afortunado? Ella contestó: -Me acabo de enamorar de Jesucristo. Se quedaron todos atónitos, reinó un silencio perfecto, se hubiera oído el caer de un alfiler sobre el piso. Luego la bella señorita les dijo que abandonaba su carrera tan prometedora en el cine, y que entregaría su vida por completo a Cristo. Posteriormente contrajo enlace con un joven predicador con quien se estaba preparando para ir al campo misionero. Una vez ambos cenaron con el evangelista Billy Graham, en Londres y le hizo la siguiente pregunta: -Colleen, ¿te has arrepentido alguna vez de la decisión que tomaste? Y ella contestó: -No cambiaría mi lugar con el de la actriz más popular de Hollywood, ni con el de la reina de Gran Bretaña, ni con el presidente de los Estados Unidos. Jesucristo es suficiente para mí. (Tomado del libro “Anécdotas” por Samuel Vila, Pág. 364) La vida es el resultado de las decisiones que tomamos. Ellas determinan que clase de vida llevaremos. Determinan qué clase de personas seremos; pero aun más, determinan dónde pasaremos el resto de la eternidad. El pasaje que tenemos para hoy nos ilustra gráficamente la naturaleza de las decisiones. Tres hombres se movieron alrededor de Jesús, y cada uno estaba bien consciente con quién estaba hablando y con quién se estaba comprometiendo. Los tres representan la vida en la toma de decisiones. Los tres nos revelan los “peros” para seguir a Jesús.  Jesús está buscando seguidores incondicionales. Veamos a los tres.

I. TENEMOS EN PRIMER LUGAR A UN SEGUIDOR APRESURADO v.57

1. ¿Hacia dónde iba Jesús? El primer hombre dijo: “Te seguiré a donde quiera que vayas”. De acuerdo a Mateo 8:18, el hombre que vino haciendo esta propuesta era un escriba. Este tipo de persona era gente sumamente preparada. Tenían la enorme responsabilidad de ser los “copistas” de la ley, así como los intérpretes de la misma. A lo mejor este hombre quedó cautivado con aquel joven maestro que ya era venerado por todos, y a quien vería hacer y decir cosas que ningún otro religioso había hecho o dicho. Este hombre pudo ser un tremendo candidato para mejorar el equipo de Jesús. Pudo haber sido tratado de acuerdo a su investidura, pero Jesús no reparó en quién era, sino en lo que quería. Se presentó ante Jesús por seguro con una gran rapidez, dispuesto a todo.  Pero él no sabía que Jesús iba al calvario.  Aquel era un camino de privaciones y de sacrificios. Mucha gente quiere seguir a Jesús, pero sin tener que pagar ningún precio. No somos tan dados a responder cuando se nos ponen ciertas demandas. Tome el ejemplo de los niños. A ellos les encanta las cosas fáciles, pero reaccionan cuando los padres les exigen hacer sus labores escolares o las de la casa. La determinación “te seguiré a donde quiera que vayas”, se ha convertido en una promesa que no pasa de allí. Es como el novio que le dice a la novia: “Mi amor te amo tanto, estoy dispuesto hacer lo que sea por ti. Te visitaré esta noche, pro si no llueve”. Los seguidores “apresurados” pronto descubren que Jesús les detiene su carrera. Los desanima para que no le sigan de una forma emocional, así como lo hizocon el joven rico.

2. ¿Dónde duerme Jesús? Lo primero que este hombre descubre es que Jesús no estaba hospedado en un hotel lujoso como hacen tantos “siervos” hoy día. Es más, le dijo que las zorras y la aves de los cielos eran más afortunadas, porque tenían donde vivir y dormir, mientras que él, que es el Hijo de Dios, “no tiene donde recostar su cabeza”. No sabemos cómo reaccionó el escriba del pasaje, pero cuando Jesús le mostró hacia dónde iba y cómo vivía, nos parece pensar que el hombre ya no dijo: “Te seguiré a donde quiera que fueras”. Más bien diría: “Bueno, déjame pensarlo por ahora”. A lo mejor regresó muy triste al ver la franqueza de Jesús. Y Jesús sigue siendo franco con todos los que vienen a él; en especial con aquellos que traen esas promesas de querer seguirle donde quiere que él va. El asunto es que debemos calcular el costo del discipulado. Jesús lo había dicho: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo; tome su cruz, cada día, y sígame”. Los que siguen a Jesús deben saber que él “no tiene donde recostar su cabeza”. ¿No es esto irónico? ¿No es él acaso el dueño del mundo? ¿No le pertenecen a él todos los reinos? ¿No es él el dueño del oro y la plata? Pero esta es la verdad que debemos entender todos sus seguidores. Jesús enseñó con su vida y ejemplo la más grande humildad para quienes le siguieran. Vea cómo nació, cómo vivió y cómo murió. Ciertamente, él no tuvo “donde recostar su cabeza”. El tener esta visión nos ayudará a ser mejores discípulos.

3. ¿Qué decisión tomar? Si el asunto es tan serio como aquí se presenta, entonces, ¿qué decisión tomar? Lo primero que decimos es que Jesús no está rechazando a nadie. Recordemos que él no vino a perder la vida de los hombres sino a salvarlas. Pero el presente hombre representa a muchos en el día de hoy. Hay decisiones que se toman por ciertas conveniencias más que por convicciones. La juventud es una de esas etapas donde se toman muchas decisiones apresuradas; algunas más por la vista que por lo que más conviene. Sucede muy a menudo en el campo de los sentimientos. El corazón se “enamora” y no consulta con la “cabeza”, con los padres y tampoco con Dios. En este mismo sentido hay aquellos que toman la decisión de “seguir a Cristo” porque están siguiendo el chico o la chica de sus “sueños”. Algunos se meten a “evangélicos” con tal de alcanzar su propio fin. Cada uno debe estar bien consciente por qué quiere seguir a Cristo. Nadie debe engañarse en esta parte. Mi decisión de seguir a Cristo debe estar respaldada por una profunda convicción y por una confirmación que me lleve a una consagración y sumisión a él. Vale la pena seguirle correcta y conscientemente.

II. TENEMOS EN SEGUNDO LUGAR A UN SEGUIDOR DEMORADO v. 59

1. El privilegio del llamado. No sabemos quién era el segundo hombre, pero a diferencia del primero, es Jesús quien invita a seguirle. ¿Qué vio Jesús en él? Tampoco lo sabemos, pero le llamó. Hay muchos llamados en esta vida. En el mundo de las pandillas alguien les dice a los adolescentes: “¡Sígueme!”. En el mundo de la guerrilla, los que andan buscando nuevos miembros, le dicen: “¡Sígueme!”. Los traficantes de la droga están a la casa de nuevos consumidores, y le dicen: “¡Sígueme!”. La tentación del sexo con toda su desviación fuera del matrimonio le susurra al oído de las mentes incautas, y también le dice: “¡Sígueme!”. Y así hay otras voces que se acercan al hombre, y le dice: “¡Sígueme!”. Por demás está hablar de las consecuencias de seguir este llamado. Muchos viven hoy bajo la esclavitud de este tipo de llamado. No hay felicidad en estos llamamientos. Pero ahora mire quién es el que dice “¡Sígueme!” en esta historia. Es Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios; aquel que es uno con el Padre. ¡Qué privilegio para alguien que el Señor se acerca y lo invite a seguirle!

2. Que los muertos se ocupen de los muertos. Bueno, la verdad que lo último que uno quisiera ver es un muerto enterrando a otro muerto. Imagínese en un cementerio los muertos enterrando a los muertos. Les confieso que si usted ve eso, la carrera que dará será muy grande. ¿Qué fue lo que Jesús quiso decir con esta frase? ¿Acaso no le estaba dando importancia a la atención que debemos tener hacia nuestros padres, sobre todo cuando la misma Biblia nos habla de honrarles? La responsabilidad de atender a los padres hasta lo último, es algo legítimo, y Jesús avala esta actitud responsable de parte de los hijos que han visto la importancia del único mandamiento con promesa: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Ex. 20:12). Vamos a poner las cosas en la perspectiva correcta en esta historia. Si al momento cuando Jesús le dijo a este hombre “¡sígueme!”, el padre estaba muerto, le aseguro que el Señor no hubiera dicho estas palabras. Por lo tanto, la idea del texto es que hasta que este hombre no completara su deber de cuidar de sus padres, incluyendo su muerte, él no podía seguir a Jesús. Un posible significado a las palabras “déjame que primero entierre a mi padre”, sería que este hombre esperaba la muerte del padre para obtener la herencia.  Pero Jesús no quiere ese tipo de seguidores. Si ponemos a Jesús en primer lugar, él organizará de tal manera nuestra vida que tendremos tiempo para cuidar también de los nuestros.

3. Que los creyentes se ocupen de los otros muertos. Jesús implícitamente nos está diciendo que hay otros muertos que deben ser atendidos, y con una gran urgencia. Cuando él dice: “… y tú, ve, y anuncia el reino de Dios” pone de manifiesto que la tarea de traer a la vida a los que están muertos en sus delitos y pecados es un asunto que no puede ser postergado. Son los creyentes los que tienen la sublime tarea anunciar el reino de Dios a los que viven en el reino de Satanás. Que ellos necesitan ser traslado del reino de las tinieblas al reino del amado Hijo Jesús.  Así que, si es sagrado el velar por la familia, el seguir a Cristo y “anunciar el reino de los cielos”, no es menos importante. Por vía de ilustración, los funerales judíos duraban siete días. Eso era mucho tiempo si se tomaba en cuenta que una gran cosecha de almas aguardaba para ser incorporadas al reino de los cielos. No demore usted más la decisión de venir a Cristo y luego ser un fiel testigo de su reino. Déjele a Cristo sus prioridades y sus preocupaciones e incorpórese al ejército de los que los que toman “primeramente el reino de Dios y su justicia”, sabiendo que “todo lo demás viene por añadidura” (Mt. 6:33)

III. TENEMOS EN TERCER LUGAR A UN SEGUIDOR ACONDICIONADO v.61

1. Te seguiré, pero deja primero…El tercer discípulo vino también personalmente a ofrecerse al Maestro, pero ya traía una decisión acondicionada.  Había “cocinado” su propio plan para seguir a Cristo. Él dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame que primero me despida de los que están en casa” v.61. Las decisiones acondicionadas van siempre acompañadas de estas palabras: “deja primero… deja primero… deja primero”.  Al final se confirma que Jesús no es el Primero para muchas personas. Algunos dicen, “deja primero” que crezca, después te seguiré. Otros dicen, “deja primero que sea un joven”, después te seguiré.  Y otros finalmente dicen: “Deja que llegue a ser un adulto”, después te seguiré. Al final, la vida ya ha pasado, y así muchos dijeron “deja primero”. Y si usted le dice al Señor “deja primero”, el Señor lo dejará, pero tenga cuidado en seguir acondicionando su decisión Algunos dejan que pase toda la vida y cuando ya están para morir entonces confiesan sus pecados, pero solo para escapar del juicio eterno. No espere poner todo en orden para seguir al Señor. El trabajo de ordenar la casa le corresponde al Señor; a usted y a mí lo que nos corresponde es seguirle. No hay nada primero que no sea el Señor.

2. No mire hacia atrás. Este discípulo quiso poner primero en orden la “casa paterna” antes que la “casa divina”.  Se ofreció a sí mismo, pero su corazón todavía estaba apegado al mundo. Este hombre nos presenta el asunto de seguir a Jesús, pero manteniendo la mano en el arado. La “mano en el arado” representa la mirada hacia atrás. ¿A quiénes representa los que ponen la mano en el arado? Representan a los que miran al pasado añorando los viejos tiempos. Los que estos hacen, nunca podrán avanzar hacia un futuro mejor. Quienes así piensan, su vida está anclada en el ayer, un ayer que les está robando el hoy y el mañana. Los que se mantienen mirando hacia atrás, son inútiles para el reino de Dios, no son aptos. Por el contrario, el reino de Dios es para los que miran hacia delante solamente, los que avanzan en línea recta, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. El reino de Dios no es para aquellos como la mujer de Lot, quien al mirar hacia atrás, quedó convertida en una estatua de sal. ¿Hacia dónde está poniendo su mirada? Hay un riesgo para la vida espiritual cuando se pretende volver atrás.

CONCLUSIÓN: La mejor respuesta que podemos dar a los “peros” que pusieron estos hombres al momento de decidirse por seguir a Jesús, es tomar la resolución y la firmeza de Rut, quien cuando su suegra le dijo que la dejara y regresara a su tierra, ella pronunció unas palabras que han servido de inspiración para todo tipo de  decisiones que tomamos en la vida, cuando dijo: “No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a donde quiera que fueres, iré yo, y donde quiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios” (Rut 1:16). Así tenemos que al hombre apresurado, Jesús le dice detente. Al hombre demorado, le dice apúrate. Y al hombre acondicionado, le dice yo primero. ¿Con cuál de estos hombres se identifica?

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