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Cuando nos sentimos vacíos

“Sabe señor… como explicarle… mire, hace algunos días que no me he venido sintiendo cómoda con lo que tengo, con lo que soy, con lo que he logrado, con los proyectos en los cuales estoy… y es así, de hecho no pensé nunca en tener que recurrir a alguien que trabaje en lo que Ud. hace, creo me entiende. Yo creo, porque insistía en decirme a mí misma que me sentía bien y que estaba de lo más bien, que no me faltaba nada y que lo tenía todo, incluso a mis amigas les decía así… (¿Qué crees que te trajo hasta acá?)… lo que me trajo aquí, mmmm, buena pregunta… puede ser que no estoy a gusto siendo yo, como que tengo una sensación de que cómo que algo me faltará, de que de algo no tengo, de que observo gente a mi alrededor y las veo bien, no sé, algunos amigos van a gimnasio, otros estudian, otros salen con sus familias, otros viajan… y bueno yo estoy acá conversando con usted viendo si realmente no estoy bien, o me quedo tranquila sabiendo que todas las personas pasamos por estas cosas… (Llanto y silencio por largos minutos)”

 

vacioemocionalEl relato anterior corresponde a una paciente adulta con la cual me tocó trabajar en varias sesiones a lo largo de la primera parte del año pasado. Y estarás de acuerdo o no conmigo, más es una descripción gráfica que se repite en cientos de historias. Sensaciones de vacío, de soledad, de no sentirse en plenitud, de estar en una constante búsqueda de nuevas experiencias que permitan encontrar que es aquello que no permite vivir un día a día de forma tranquila o que es aquella área, la cual necesitamos suplir. No es de extrañarse entonces, que en más de alguna ocasión tú y yo hayamos vivenciado este mismo sentir en mayor o menor medida…

 

Ojalá en la vida existiera una “receta de la felicidad” que fuese única para todos/as, pero cómo alguien diría por ahí, prefiero creer que si es que la existe, es diferente para cada uno/a de nosotros. La vida pocas veces (casi nunca) se ha de presentar en condiciones ideales. La pregunta es:

¿Qué hacer cuando nos encontramos en medio de todo, y con la sensación de estar en medio de la nada? ¿Cuándo nos pasamos la vida esperando que algo nos pase y al final lo único que pasa es la vida? ¿Cuándo no hallamos a quién, a donde o a que recurrir?

Si nos detenemos a pensar solo unos breves minutos y te preguntase en que es aquello que te hace estar bien, probablemente algunas respuestas girarían en torno a la familia, la pareja, las amistades, los bienes materiales, proyectos concretados, logros académicos, logros profesionales, el trabajo, la iglesia…

 

 

No estamos exentos de que esa sensación de vacío se haga presente en nosotros y nos embargue, queriendo tomar el control de nuestra caminar. Tal como el relato de la paciente en el primer párrafo, pudieras encontrarte en similar condición… y hoy con el inicio del año nuevo (época de balances, de reflexiones, de reordenarse) has leído esto y digas:
— parece ser que no soy la única o el único que está atravesando por este desierto —

Y en medio del desierto la vida siempre nos sorprende, la vida siempre permite que las cosas fluyan… y estas dos consignas una linda persona me las compartía hace algunos días en uno de esos momentos en que solo te resta agradecer y disfrutar.
Y en medio del desierto, una bella noticia es saber que Dios es especialista en cambiar el curso de las cosas, es especialista en llenar el vacío que haya dentro de ti, es especialista en suplir todo lo que nos falte, es especialista en fortalecernos, animarnos, darnos vida y en abundancia, es especialista en darnos un nuevo comienzo, y comenzar a redactar una nueva historia en nosotros…

Cualquiera fuese el motivo del vacío que haya dentro de ti, las sensaciones no gratas, las carencias, las necesidades, aquello que te incómoda, aquello que te detiene, aquello que no te permite seguir, aquella debilidad… todo perece al acercarnos al mejor refugio, al lugar seguro, a quién lo llena todo, a quien nos ama en toda circunstancia, a quién no nos deja, nos abandona, no nos falla, aquel cuyo nombre es Dios:

 

“La plenitud de Aquél, que lo llena todo en todo (efesios 1:23)…”

 

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