El devocional de hoy

La ética del trabajo

Lectura: Efesios 6:5-8

(Proverbios 18:9) También el que es negligente en su trabajo es hermano del que destruye.


"¡PRÍNCIPE!", gritaba mi padre, "¡Hay una soga y un tronco de árbol bajo tu cama!" Venía yo corriendo pensando, ¿Cómo que hay una soga y el tronco de un árbol debajo de mi cama? cuando miraba bajo la cama encontré un pedazo de hilo y un fósforo. Pero mi padre me había mandado a limpiar mi habitación y según su norma de la limpieza y un trabajo bien hecho, mi habitación estaba hecha una catástrofe de proporción nacional.

Cuando era niño, mi padre era diligente con nosotros para enseñarnos la ética de un trabajo bien hecho. Oye, y no crees que era solamente mi padre. Mi madre tenía sirvientes que venían para limpiar la casa y cada quince días los ahuyentaba porque ella trabajaba más qué ellas enseñándolas cómo trabajar y limpiando tras ellas. Dije yo, "¡Vaya! Esta es una manía." Para nosotros, no era nada de agradable porque aseguraban que todo lo que nos mandaba hacer estaba hecho hasta el máximo de nuestras habilidades. Yo pensaba que el día que me libraba de la casa iba a ser un día de regocijo.

Pasaron los años y estaba en la universidad cuando me tocó vivir junto con unos jóvenes para compartir la responsabilidad de los gastos del alquiler y la comida. Pronto se hizo evidente el resultado del entrenamiento que había recibido de mis padres. Me volvía loco entrar la casa porque por dónde quiera veía el desorden: la cocina llena de platos y cazuelas sin lavar, cestos de basura rebosando de su contenido, ropa tirada desde la entrada hasta cada rincón disponible y bajo los muebles.

Llegaba de mis clases o de mi trabajo y no podía estudiar con tanto desbarajuste porque ni podía pensar bien con las cosas así. Cada día
limpiaba la casa hasta que vi que mis compañeros no se enteraban del mensaje que no tenía que dejar las cosas así. Ellos estaban contentos con el desastre. ¿Cómo podrían vivir así? decía yo. Lo toleraba hasta que un día entré y grité, "¡Sois unos guarros!". Bueno, tuve que pedir disculpas después.

Mis padres no eran creyentes, pero me enseñaron algo que para mi vida cristiana ha sido indispensable; la ética del trabajo. Un discípulo de Jesucristo debe saber cómo trabajar y trabajar bien. Los que tenéis la bendición del empleo solamente pueden dar un buen testimonio a vuestros jefes si sois buenos trabajadores. Si tenéis empleados, sabéis qué bendición es tener buenos y responsables trabajadores. Para acabar pronto, si no eres buen trabajador, estas robando a aquel que te esta empleando.

En varios casos de la Biblia podemos ver que cuando Dios llamó a alguien a servirle, los llamaba entretanto que ellos trabajan. Piensa en los ejemplos de Moisés, Eliseo, Amos, David, y los Discípulos. La diligencia o falta de la misma es parte de tu carácter y se manifiesta en tus disciplinas del trabajo. Si tienes o no tienes buenos hábitos en el trabajo físico es una manifestación de cómo será tu labor para el Señor porque así haces tú las cosas.

DIOS NOS HA DADO TRABAJO HASTA SE TERMINA NUESTRA VIDA Y VIDA HASTA QUE SE TERMINA NUESTRO TRABAJO.

(II Tesalonisenses 3:10) Porque aun cuando estábamos con vosotros os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.

Hno. Prince Parker

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