Icono del sitio entreCristianos

El fracaso que nos hace útiles

el fracaso

Pablo en Colosenses capítulo 4 nos habla de Juan Marcos un creyente que está detrás de la escena, detrás de las cámaras. Trabajó en misiones con Pablo y Bernabé pero no dio la talla, pero en realidad su fracaso fue de gran utilidad para el Reino de Dios.

el fracaso


Colosenses 4:10; Hechos 13:4-5, Hechos13; 15:36-41

Juan Marcos es otro de los discípulos de quien Pablo hace referencia en la carta que dirige a los hermanos Colosenses. Lo que sabemos es que era sobrino de Bernabé,  quien a su vez era levita. Los levitas eran los ayudantes de los sacerdotes, lo cual nos hace pensar que Marcos tenía alguna relación con este oficio por la conexión con su tío.

Entonces, si Juan Marcos estuviera relacionado al ministerio de los sacerdotes, no sería extraño que el trabajo que va a hacer con Pablo también fuera de ayudante. Él era un siervo, eso lo va a asimilar muy bien en su vida. De esta manera, lo primero que vemos en Juan Marcos es que no es un apóstol, ni un profeta, ni un pastor, ni un líder, ni un maestro, solo un ayudante. 

Él era uno de esos “hermanos detrás de la escena”. Aparece en la historia con el nombre de “ayudante”. Es un hombre que no le interesaban los reconocimientos ni los aplausos. Entonces como “ayudante”, ayudó a Pedro quien fue su padre espiritual. Ayudó a Pablo en el ministerio cuando estuvo preso. Ayudó a Bernabé en uno de sus viajes misioneros; y sobre todas las cosas, ayudó a la composición del canon bíblico al escribir el primer evangelio de los cuatro que tenemos.

Pero antes de esto,  le sucedió algo que lo marcó para siempre: fue un desertor del trabajo encomendado; sin embargo, esto, lejos de arruinar su vida, fue más bien usado para llegar a ser uno de los hombre más útiles de la Biblia. Haremos bien en estudiar a Juan Marcos bajo esta perspectiva. Unos cuatro escenarios se van a dar en la vida de este discípulo y cada uno de ellos contribuye en el tema que traemos para la ocasión. Veámoslo.  

El trabajo de Pedor en la conversión de Marcos

Pedro llama a Marcos “mi hijo”

(1 Pedro 5:13). Esta es la primera vez que encontramos una referencia a Juan Marcos de alguien que lo llama “hijo”. Es como cuando Pablo llamó hijo a un Onésimo o a Timoteo. Es una manera para hablar de la conversión. Pero ¿cuándo sucedió eso?  No tenemos datos precisos; solo podemos sacar algunas inferencias. Se nos dice que cuando Pedro salió milagrosamente de la cárcel, fue a parar a la casa de una de las tantas Marías del Nuevo Testamento, solo que de aquella se dice que era “María, la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos” (Hechos 12:12).

Fue en la casa de la mamá de Marcos donde la iglesia  estaba reunida, orando por la liberación de Pedro. Juan Marcos formaba parte de ese grupo de los que allí oraban. Pero ¿era Juan Marcos  convertido? Bueno, no lo sabemos, pero a juzgar por la forma como Pedro después lo llama, “mi hijo”,  bien se puede afirmar que él  tuvo allí en su casa una experiencia de salvación, por el testimonio de Pedro. Él fue testigo de la manera cómo un ángel lo sacó de la cárcel sin usar ninguna fuerza. Bien pudo semejante respuesta a la oración llevarlo a la conclusión que él también necesitaba ser libre de la cárcel de su propia condición.

El Cristo que conoció Juan Marcos

Si en efecto Pedro condujo a Juan Marcos a Cristo, seguramente también le dio un discipulado. Más adelante hablaremos del libro que escribió Marcos, producto de la vivencia con Pedro. Por ahora hay que señalar que Juan Marcos caminó con Cristo debido a la influencia y al trabajo de Pedro. La verdad es que este hermano no pudo tener mejor maestro para su crecimiento.

De Pedro recibió el evangelio de la gracia. Nadie mejor para transmitirle lo que fue su propia vivencia con el salvador. A través de Pedro, Marcos conoció a un Cristo compasivo y lleno de amor. Conoció al Cristo que levanta al caído, sobre todo por la experiencia a la que Pedro sucumbió cuando le negó. Pedro tuvo que mostrarle a Marco un Cristo extraordinario, valiente; no el Cristo que algunos de ellos esperaban, sobre todo como un Mesías político/militar.

Pedro le mostró a Marcos el Cristo de su sermón en el día de Pentecostés, al decir: “Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis” (Hechos 2:22).

El trabajo de Bernabé en la restauración de Marcos

Y tenían a Juan de ayudante

(Hechos 13:5).  “Ayudante” va a ser el ministerio que distinguirá a Juan Marcos. El Espíritu Santo escogió, dentro de aquel selecto grupo de líderes y personas de influencia en la iglesia de Antioquia, a Pablo y Bernabé. Pero no escogió a Juan Marco porque él no era ni apóstol ni maestro. Él tenía un oficio y era ayudante. Y así fue como él acompañó a esos dos gigantes de la fe.

¿Era Juan Marcos un predicador? No. ¿Era pastor? No. ¿Un evangelista? No. ¿Era un apóstol? No. ¿Era un profeta? No. ¿Era un líder? No. No era ninguna de esas cosas. Él era un ayudante. Pero ¿sabe usted lo que significó ser un ayudante de estos amados apóstoles?  

Así fue como Juan Marcos hizo  el primer viaje misionero. Él tuvo un privilegio que nadie más tuvo. Vivió de cerca el trabajo de los misioneros. Conoció el carácter de Pablo y el de su tío. Vio los milagros y la manera cómo el Espíritu Santo los usó tan poderosamente.

Pero ocurrió algo. Pablo descubrió que el “ayudante” Juan Marcos no dio la talla, y eso trajo un malestar entre estos dos apóstoles cuando Bernabé quiso traerlo de regreso  (Hechos 13:13).  ¿Fracasó entonces Juan Marcos cuando desertó de ellos? De ninguna manera. Sigamos su historia hasta el final.

El desacuerdo de los amigos

Hechos 15:36-41. Cuando Juan Marcos desertó fue a parar a Jerusalén, de donde había salido. Aquella decisión prematura afectó el carácter del mismo Marcos, la confianza de la iglesia en Antioquia y decepcionó grandemente a Pablo. Y si bien es cierto que  habían pasado varios años desde aquel suceso, Pablo se enfrenta en un desacuerdo con su inseparable amigo por el deseo de traer a Marcos otra vez con ellos. Pero como su nombre lo indica, los oficios de consolación ayudaron para restaurar al que había fracaso. De esta manera, mientras  Juan Marcos era un fracaso para Pablo, para Bernabé era un “discípulo en construcción”.

 Así que ahora tenemos a un Juan Marcos que regresa a Jerusalén. Bien podemos pensar que al llegar allí buscó a Pedro quien lo iba a entender mejor que Pablo, porque él también había fracasado.Y es en medio de este tiempo de fracaso que tanto Bernabé como Pedro harían el trabajo de restauración. Bernabé hizo el mejor trabajo. Su carácter conciliatorio haría la gran diferencia en la vida de su sobrino. Los fracasos no significan que todo se ha acabado. Las oportunidades de volver siempre están latentes. El fracaso puede convertirse en la gran oportunidad para ser mejor.

El trabajo de Pablo en la nueva oportunidad de Marcos

Los años sin estar en contacto alguno.  

En el capítulo 13 de Hechos vemos que Juan Marcos dejó al grupo misionero y regresó a Jerusalén. Lucas no nos dice que pasó. ¿Por qué Juan Marcos renunció a este encomiable trabajo? ¿Cómo es que el primer “laico” que fue en el primer viaje misionero no resistió el trabajo? ¿Tan exigentes fue Pablo para que este joven acompañante desertara? Y así pasaron los años de Juan Marcos en Jerusalén.

Lo que bien podemos pensar es que aquel tiempo tuvo que ser de profunda reflexión. Tuvo que haber un trabajo que hizo transformar a Juan Marcos. ¿Quién hizo ese trabajo en su vida? Bueno, además de la obra del Espíritu Santo, quien es el que se encarga de hacernos totalmente nuevos, Juan Marcos  recibió todo un trabajo de recuperación, y es allí donde nos imaginamos el trabajo que hizo  Pedro.

De acuerdo con la cronología de los hechos, Juan Marcos duró diez años de aquella primera separación con los amados apóstoles. Pero otra vez, aquel tuvo que ser un tiempo de arrepentimiento, de reconocer su cobardía y su debilidad por haber fallado en el ministerio. Ahora es el tiempo para el regreso y Pablo ya ha perdonado y está listo para la nueva oportunidad.

Toma a Marcos y tráemelo porque me es útil para el ministerio

2 Timoteo 4:11.  Pablo no era un hombre de prolongado rencor. Los años pasaron y ya había olvidado el incidente de lo que fue aquella separación. No sabemos cómo fue que Pablo recuperó otra vez a Juan Marcos. No sabemos cómo se dio la reconciliación entre ellos. Pero lo que sí es cierto es que ahora Pablo sabe de las bondades y los dones que tenía Juan Marcos y ahora los está usando. Mis amados, un fracaso no puede ser el fin de un ministerio o de un servicio para el Señor.

En todo caso, una deserción puede traer consigo un tiempo de arrepentimiento y reconciliación. ¿Cómo sucedió esto? Pablo estuvo preso por primera vez en Roma. Desde allí escribió tres cartas y al mencionar varios compañeros de prisión, allí está Juan Marcos. Está a lado de Tíquico, Aristarco, Onésimo, Lucas y Demas. Cuando envía a Tíquico a entregar sus cartas, también envía a Juan Marcos con la recomendación que lo recibieran bien.  Pablo abogó por el desertor para que no tuvieran prejuicios contra él. Más adelante, cuando ya Pablo está para ser sacrificado, le escribe a su discípulo Timoteo que cuando venga a verlo  se traiga a Juan Marcos,  porque le es útil para el ministerio. Hermanos, nadie es inútil en la obra del Señor si hay otros que se invierten en su  restauración.

El trabajo del Espíritu en el Evangelio de Marcos

La historia de Juan Marcos no podía terminar mejor. Este otro hermano, que pertenece a esos que están detrás de la escena y de las cámaras, a quien se le asigna el cargo de “ayudante” en el relato de Lucas, nos deja de su pluma y de la inspiración del Espíritu el primer evangelio que se haya escrito. Así como lo oye. Marcos es considerado por todas las autoridades que compusieron el canon bíblico, como el libro más antiguo del Nuevo Testamento.

Jamás se pudo pensar que aquel joven que salió con Pablo y Bernabé en el primer viaje misionero, que fuera un desertor y después recuperado, llegara a escribir uno de los cuatro evangelios que componen nuestro Nuevo Testamento. De dónde tomó Marcos la fuente para hablarnos de este evangelio, tan particular, pues de Pedro mismo.

Nadie como Pedro para proveer una información de Cristo de primera mano. Juan Marcos estuvo diez años en Jerusalén antes de regresar otra vez con Pablo.Es de suponer que durante ese tiempo él tuvo que escribir este libro con toda la información que obtuvo de parte de Pedro, su gran maestro e instructor.  De esta manera sería hasta muy justo decir que el evangelio de Marcos realmente es el evangelio de Pedro.

Porque quién mejor que él para hablar de la vida y obra de quien llegó a ser su muy amado Maestro. Así pues, concluimos que un fracaso en los caminos del Señor puede ayudarnos a ser más útiles y mejores discípulos del Señor.

El fracaso que nos hace útiles

En Job 14:7 nos encontramos con un texto que resume la vida de Juan Marcos, de quien hemos hablado como alguien que fracasó, pero que su fracaso lo transformó en utilidad:  “Porque si el árbol fuese cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán. Si se envejeciere en la tierra su raíz, y su tronco fuere muerto en el polvo, al percibir el agua reverdecerá, y hará copa como planta nueva”. Juan Marcos sintió en un momento que su vida fue cortada; que ya no tenía más chance después que Pablo no le dio su voto de confianza para que siguiera con ellos.

Sin embargo, el hecho que hombres como Bernabé y Pedro se invirtieron en él, hizo que su vida diera un cambio total. Al final fue tan útil que Pablo lo volvió a incorporar en su equipo, tanto que llegó a ser un compañero de prisiones. Un fracaso no es el fin de la vida. Un fracaso es la oportunidad para levantarse. Es la ocasión del aprendizaje correctivo para llegar a ser mejores instrumentos para bendecir a otros. Siempre saldrá una planta nueva del árbol que ha sido cortado. El agua trae otra vez vida donde todo estuvo muerto. Levántese mi hermano. No se anule espiritualmente. Lo mejor puede venir después del fracaso.

Salir de la versión móvil