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¿Qué es lo que en realidad importa?: conclusión

esencia de la adoración

lo que importaAquí estamos de nuevo y  nos ha tomado 11 entregas la discusión acerca de lo que es y lo que no es la adoración. Hemos estado viendo lo que no podemos negociar en nuestra adoración a Dios y hemos visto que la adoración debe estar enfocada en Dios y cargada de fe. Discutimos también como la adoración debe sobreabundar nuestra vida y además vimos como en el Nuevo Pacto la adoración es un hecho de la vida diaria y no un evento semanal.

A todo esto, el reto de adorar en espíritu y en verdad (adoración que le agrada a Dios) no significa “hacer reuniones centradas en Dios” sino “hacer que mi vida esté centrada en Dios”.  Para profundizar en este tópico, me gustaría compartir algunos pensamientos bajo una perspectiva bíblica y radical.

He conducido la adoración en varias iglesias por más de 20 años. Como líder de adoración, me he sentido frustrado en varias situaciones, por los errores de los vocalistas (entre los cuales me incluyo), por congregaciones que no responde, y pequeñas sorpresas (como cuando el encargado de proyectar las letras no tiene preparado ninguno). También he tenido momentos de increíble intimidad con Dios en los cuales me he quebrantado por su gloria y su misericordia.

Pero todo esto no hace al adorador. Mi tarea más difícil en lo que adoración se refiere no es precisamente decidir que cantos son adecuados o guiarlos, sino buscar honrar a Dios diariamente en mis pensamientos y en mis acciones. Dar gloria a Dios en frente de una multitud es más fácil que cuando no recibo los créditos por las cosas que hago, o cuando alguien surge en mi lugar. Es en ese momento cuando me doy cuenta si en realidad busco adorar a Dios o la adoración a mi persona.

Cuando pienso en la adoración, no quiero solamente pensar en aquellas experiencias especiales que ocurren los domingos en la mañana. Quisiera que se aplique a como conduzco mi vehículo, como hablo a mis hijos, como visto (y por que), y como gasto el dinero… esto es “hacer todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).

D.A. Carson escribió: “La adoración, abrazar la adoración con la acción, no es nada más que la acción externa de Dios en el individuo y en la experiencia del pueblo de Dios como cuerpo”. Es decir que a pesar del lugar, la forma, el estilo, el momento del día, circunstancia o reto, un adorador adora a Dios.

En mi segunda entrega hice una analogía con una boda cuando dos personas que se casan. Que triste es ver a alguien durante la recepción después de la boda criticando la forma, el estilo y la apariencia de los novios en lugar de gozarse por el evento en el misteriosamente un hombre se convierte en el esposo de una mujer por el milagro del matrimonio.

Es aún más triste ver que aspectos tan secundarios se debaten al hablar de adoración y se deja a un lado lo que en realidad importa: el Creador Todopoderoso, el Dios del Universo, que nos ha llamado a deleitarnos en una relación intima. Mediante el sacrificio de Su Hijo, ahora podemos proclamar Su grandeza y Su gloria como individuos como en cuerpo, mediante palabras y mediante nuestras vidas, y no sólo en reuniones sino en cada momento de nuestra vida.

¿Te has imaginado una reunión de adoración en la eternidad? Yo lo he hecho. Pero la Biblia sugiere que la esencia del cielo es vivir una vida en un nuevo nivel, donde cada pensamiento, emoción, palabra y acción será producto de una respuesta de gratitud, alabanza y adoración al Dios verdadero, nuestro Creador y Redentor, por quien, mediante quien, y a quien todas las cosas existen. ¡Señor que podamos ser conscientes seamos conscientes de como podemos vivir esto desde este lado de la eternidad!

A partir de la próxima entrega: Cuando hablamos del tipo de música para adorar, ¿eres tradicionalista, es decir eres un cristiano que sólo cantan himnos? ¿Estás del otro lado del espectro, es decir desechas automáticamente toda música de adoración que fue escrita antes de los años 70? En cualquier posición en las que te encuentres, creo que te gustarán mis próximas entregas en las que exploraremos los méritos relativos de la música de adoración tanto clásica como actual.

Para su gloria
Bob Kauflin

 

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