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Los hechos de la Resurreción

Los hechos de la Resurreción

Hay una hermosa historia  de un niño  llamado Felipe que ocurrió durante la época de Pascua. Felipe nació con Síndrome de Down, y aunque  era un niño feliz a pesar de su enfermedad,  había una gran diferencia entre él y otros niños de su edad. Felipe iba a la Escuela Dominical fielmente cada semana, formando parte de la clase de tercer grado con otros nueve niños de su misma  clase. Usted tiene que imaginarse cómo son los niños de ocho años, así que Felipe no fue aceptado fácilmente, sintiéndose  excluido como parte del grupo.

Su maestro tuvo una brillante idea considerando la época que estaban celebrando. Se consiguió diez huevos grandes de plásticos, y como era un hermoso día de primavera le entregó un huevo a cada niño de manera que salieran y lo llenaran con algo que representara  la resurrección. Todos los niños fueron por los alrededores de la iglesia buscando algo según su imaginación de modo de   representar este acontecimiento.  Al final todos llegaron y  pusieron  los huevos en una mesa, y luego el maestro comenzó a abrirlos mientras los niños miraban ansiosamente.

El maestro presentó cuatro de ellos. El primero que abrió tenía una flor. El segundo tenía una pequeña mariposa. El tercero una hoja tierna. Pero el cuarto que abrió no tenía nada en su interior. Algunos niños reaccionaron,  diciendo: “¡Eso es estúpido! Alguien no lo hice bien”. De repente el maestro sintió un tirón en su camisa, y  miró hacia abajo. Felipe, el niño con síndrome de Down, dijo: “Es mío”. El resto de los niños respondieron: “¡No se te ocurra hacer nada bien, Felipe. No hay nada allí!”. Felipe dijo: “¡Lo hice bien!  ¡Hice lo correcto! ¡Está vacío! ¡La tumba está vacía!”.  

Felipe murió pronto después de eso. Cuando se hizo su  funeral, nueve niños de ocho años de edad marcharon hacia el frente, no con flores, pero con huevos de plásticos vacíos. Felipe tenía razón. No hay mayor símbolo de la resurrección que una tumba vacía.

Esta es la verdad que estremeció al mundo y cambió la historia. Nuestra fe descansa en este hecho. La promesa de la resurrección de nuestros cuerpos para la vida eterna descansa en este hecho. Porque si Cristo no resucitó, ¿para qué creer en un salvador muerto?  Pero si él resucitó, la muerte perdido su aguijón – ya no hay que temer. ¡Jesucristo vive! Esta es  la noticia. Consideremos cuáles serían las consecuencias si Jesús no resucitó y el hecho de su resurrección.

¿Cuáles serían las consecuencias si Cristo no hubiera resucitado?

En los versículos 14-19, Pablo demuestra que la resurrección de Cristo es esencial para nuestra fe. A través de ella tenemos ahora la garantía que también nosotros resucitaremos. A este respecto, Pablo va a darnos  seis desastrosas consecuencias que se producirían si Cristo no resucitó de entre los muertos.

La predicación del Evangelio no tendría sentido.  

1 Cor. 15:14a. Como la predicación es el corazón del evangelio, si Cristo no resucitó qué sentido tendrían las iglesias y sus pastores, los misioneros y los evangelistas. Seriamos como las demás religiones que al tocar el tema de una vida después de ésta, llegan a la fría conclusión que el cuerpo al morirse se desintegra y allí, o se acaba todo para algunos, o se da la reencarnación en otros.

Para muchas de ellas, la muerte le pone fin a toda esperanza, conocido también como la aniquilación del alma. Este, pues, sería un resultado si Cristo no hubiera resucitado.  Pero como Pablo había dicho antes, el corazón del evangelio es la muerte y resurrección de Cristo en nuestro favor (1 Cor. 15:1-4). Sin la resurrección, Jesús no pudo haber vencido a la muerte, y la muerte siempre sería el conquistador del hombre. Sin la resurrección, la buena noticia sería una mala noticia, y no habría nada digno de predicación. Además, sin la resurrección, el evangelio sería un mensaje vacío sin esperanza, de tonterías sin sentido o de meras “filosofías y huecas sutilezas”.  

Ahora el evangelio que predicamos es el mismo de Pedro, quien al citar lo que David había profetizado, habló que su cuerpo no fue dejado en la tumba (Hch. 2:31-32). También fue este el mensaje de Juan, otro gran testigo (Apc. 1:17-18). La predicación que seguimos proclamando hoy es porque Cristo vive.

La fe en Cristo no tendría ningún valor

1 Cor. 15:15:14b. Si Cristo no  resucitó, así como la predicación es vana, también lo sería  la fe. Todo lo que sostiene el andamiaje de lo que creemos tiene su fundamento en la “fe una vez dada a los santos”. Si Cristo no resucitó, ¿para qué hablar de un Mesías crucificado? ¿A quién puede salvar un salvador muerto?

Si Cristo no resucitó, ¿cómo darle esperanza a los hermanos que pierden a sus seres amados? ¿Cómo alentarles acerca de volver a verles otra vez si Cristo no resucitó? Si esto fuera así, tendrían que decir como el salmista: “Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia…” (Sal. 73:13). Si Cristo no resucitó, la lista de los héroes de la fe  de Hebreos 11, llegaría a ser un sitio para los insensatos.

Todos ellos, desde Abel hasta los profetas, habrían sido fieles a cambio de nada. Pero por la certeza de una resurrección anticipada, así como una patria nueva, es que se nos dice que ellos, soportando todas las aflicciones por las que pasaron,  “anhelaban una mejor, esto es, celestial…” (He. 11:16). Fue la fe en salvador vivo que les llevó a morir en esperanza. La fe que nos mueve es en Cristo vivo. Eso nos sostiene hasta  hoy.

Los que fueron testigos de la resurrección serían unos mentirosos

1 Cor. 15:15. Si Cristo no resucitó, las mujeres como María Magdalena, los apóstoles, los más de 500 que le vieron después, y por último, el mismo Pablo, serían todos unos mentirosos (6-8). Negar que Cristo no resucitó, no sería elegante decir que los apósteles se equivocaron, sino que fueron todos unos mentirosos. El asunto es que no hay ninguna posibilidad, como algunos afirman, que ese error podría haber sido inocente o ingenuo.

La resurrección de Jesús fue un hecho notorio, no solo por la aparición inmediata a los discípulos, sino que durante cuarenta días Jesús se apareció “con pruebas indubitables”. Si Cristo no resucitó de entre los muertos, los llamados “testigos oculares” fueron unos  verdaderos genios para inventar semejante mentira.

Y si los apóstoles, los profetas y los escritores del Nuevo Testamento, mintieron sobre lo que es el corazón del evangelio, ¿por qué habrían de creer en otra cosa? ¿Por qué las enseñanzas morales  de Jesús fueran inspiradas con el más  elevado contenido de bien para el hombre si  descaradamente se falsifica su enseñanza sobre la resurrección?

Por otro lado, el mismo Jesús resultaría mentiroso, porque si alguien habló que resucitaría fue él mismo (Jn. 2:19-21; 10:17; 16:16-23; Mt. 12:40). En este caso, o la verdad del Nuevo Testamento se mantiene o se cae sobre la resurrección.

Los hombres seguirían en sus pecados

1 Cor. 15:16-17. Pablo presentó uno de los argumentos más contundentes si la resurrección de Cristo fuera un mito, de acuerdo a lo que  sus enemigos han dicho desde el principio. Si Cristo no resucitó de entre los muertos, entonces los cristianos no serían mejor espiritualmente que los no cristianos. El testimonio del perdón de pecados y salvación también sería una mentira. Esta es razón central de la muerte de Jesús en la cruz.

Por lo tanto,  si Jesús no resucitó de entre los muertos, entonces el pecado ganó la victoria sobre él, y seguirá siendo victorioso sobre toda la humanidad. Si Jesús permanece muerto, entonces, cuando morimos, nosotros también permaneceremos muertos y condenados. Por otro lado, si Jesús no resucitó de los muertos, la verdad de Romanos 6:23, que habla que “la paga del pecado es muerte”, se cumplirá sin la otra parte “más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús”, que nos trae otra esperanza.

Si esto es así, la muerte y el castigo eterno serían  la única posibilidad para creyentes y no creyentes por igual. Piense que si Cristo no resucitó, entonces él no trajo el perdón de los pecados o la salvación o la reconciliación o la vida espiritual, ya sea para ahora o para siempre. Si aún habiéndole conocido luchamos con esta naturaleza, ¿cómo sería la vida sin el perdón de pecado?

Si esto es así, Cristo fracasó  en la cruz (Ro. 5:10). Los hombres seguirían en  sus pecados.

Todos los primeros cristianos perecerían eternamente  

1 Cor. 15:18. “Durmieron en Cristo” es un eufemismo común para referirse a  la muerte. ¿Qué es lo que Pablo nos está diciendo con esto?  Si no hay resurrección de los muertos, entonces todos los santos del Antiguo Testamento se habrían perdido para siempre. De igual manera,  la misma consecuencia se aplicaría a todo cristiano que ha muerto desde que Pablo escribió esta carta.

El mismo Pablo, los otros apóstoles, y todos los cristianos de todas las épocas pasarían la eternidad en el tormento sin Dios y sin esperanza. Su fe habría sido en vano, sus pecados no habrían  sido perdonados y su destino sería la condenación.

Dicho de otra manera, si Cristo no resucitó de los muertos,  entonces el infierno es la habitación de hombres como Pablo, Pedro, Santiago, el resto de los  apóstoles, San Agustín, Calvino, Lutero, los mártires y los que todavía siguen muriendo por causa o a causa del evangelio. Esta es una conclusión intolerable, pero real si Cristo no resucitó.

Ahora seriamos los más dignos de lástima de toda la tierra

1 Cor. 15:19. Esto es como decir que somos unos pobres diablos. La palabra “conmiseración” significa: “Sentimiento de pena y dolor por la desgracia o sufrimiento que padece otra persona”. De esta manera nos tendría el mundo si Cristo no resucitó. Seriamos el hazmerreir de todos.  Seríamos parecidos a los pasajeros del Titanic que iban comiendo, celebrando, bailando, pero viajando   rumbo a una total destrucción cuando el barco chocó con aquel fatídico témpano de hielo.

Si Cristo no resucitó se acabó todo. Todos habríamos confiado en una patraña.  Sin la resurrección y la salvación y las bendiciones que trae, el cristianismo sería como las demás religiones. Sin la resurrección, no tendríamos Salvador, no habría perdón,  ni tampoco esperanza de  estas cosas.

Si Cristo no pudo darnos la vida eterna, tampoco podría mejorar nuestra vida terrenal. La vida cristiana sería una burla, una farsa, una broma trágica. Pero la buena noticia es que el cristiano no es  digno de lástima, porque Pablo inmediatamente añade: “Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos.” v. 20.

¿Cuáles son los hechos de la Resurreción?

 El pasaje anterior nos parece como muy deprimente. Nos deja por el suelo. Pero qué bueno que no termina allí, pues tenemos el v. 20. He aquí el grito de victoria. A partir de ahora vamos a ver como Pablo torna todos los argumentos negativos en positivos. ¿A qué conclusión llega? Que el evangelio es de incomparable valor. La fe del evangelio es  eficaz.   

Los apóstoles del evangelio proclamaron esta verdad y nadie les detuvo desde entonces. El pecado ha sido derrotado, ha sido perdonado. Los que han muerto en Cristo hoy están en la gloria con él. Los cristianos no son dignos de lástima. Son las personas más bendecidas y privilegiadas de toda la tierra. La resurrección significa que Cristo es el vencedor de la muerte, el pecado y Satanás. Jesucristo es la primicia (v. 20).

Donde él está ahora, también nosotros estaremos. Qué triste sería la vida si esto es todo lo que hay. ¿Qué pasaría si aquí padecemos y sufrimos, o si nos mantenemos en forma, pero al final no ir a ninguna parte? Porque él vive, nosotros también viviremos. La buena noticia del evangelio es que así como a través de Adán todos los hombres ahora mueren, por medio de Cristo, todos tendrán vida (v. 21).  Así como en Adán se conoció el origen de la muerte, Cristo es el camino de la vida a través de la resurrección.

Adán trajo la muerte al mundo, por lo tanto todos ahora moriremos. Pero Cristo trajo la vida eterna, de manera que en el caso del creyente “aunque esté muerto vivirá”  v.22. Esta es la verdad y el corazón de la resurrección.

Y si Cristo no resucitó…

Alguien ha escrito con mucha justicia que el cristianismo es la religión de la resurrección. Si no hay resurrección, no hay cristianismo. La semana santa no son los conejitos  y los huevos de chocolates como parte de la tradición americana de Easter; ni tampoco es un tiempo para el disfrute de la carne, en las playas, como suele suceder en mucho de nuestros países. Nadie puede ser cristiano sin creer en la resurrección.

Si no hay resurrección de cuerpos, entonces Cristo no resucitó. Jesús demostró que era humano, pero resucitó como un hombre. Eso fue la experiencia de comer pescado asado con los discípulos. La resurrección es la coronación de la muerte. ¿Cuál es su respuesta frente al hecho de la resurrección?  En Hechos 17:32-34 encontramos tres respuestas a la predicación sobre la resurrección.

Una respuesta sería reírte de Cristo y decir que el que cree esto es un loco. Ese es un  grupo. Otros nos tildarían de charlatanes como los atenienses con Pablo, señalándonos de ignorantes e incultos.   Pero hay un tercer grupo que reconoce a Jesús como el Hijo de Dios. Es el grupo que cree y se une a nosotros. ¿Con cuál de estos grupos se identifica usted? Nadie puede permanecer neutral frente a este hecho. 

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