Icono del sitio entreCristianos

Palabra de Dios cuando un líder peca

Cita Bíblica: “Si el que peca es el sacerdote ungido, haciendo con ello culpable al pueblo, deberá ofrecer al Señor, como sacrificio expiatorio por su pecado, un novillo sin defecto”. Levítico 4:3 (Biblia Nueva Versión Internacional)

CULPA TRANSFERIDA

Cuando los lideres de la iglesia sirven en el amor vivo de Cristo, con agresiva fe, humildad y oración, las personas que viven en armonía con
sus unciones se vuelven ricas en la presencia de Dios. En cambio, cuando un líder escandaliza a una congregación cometiendo un pecado principal el dolor de su caída es asimismo absorbido por aquellos relacionados con el.

Este precepto, que el pecado de un líder conlleva negativas consecuencias, es visto también en otros roles de autoridad. ¿Recuerda usted lo que sintió cuando escuchó los detalles de la aventura amorosa del ex Presidente Clinton con Mónica Lewinsky? O considere la angustia que aplasta a una familia cuando un padre o madre comete un serio pecado y termina yendo a la cárcel. A menos que sea remediado, el impacto de estos eventos es similar al impacto de una maldición sobre la vida de alguien.

La Biblia habla de Dios visitando “la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Éxodo 20. 5). La consecuencia del pecado es pasada de los padres a los hijos y luego de una generación a la otra. Esta opresión debe ser discernida y expiada, o su efecto operara en nuestra contra a través de generaciones.

“CULPA SOBRE EL PUEBLO”

David ordeno a Joab hacer un censo de Israel. Joab le suplico al rey, “¿Porque procura esto Mi Señor? ¿Por qué ha de ser él motivo de culpa para Israel?” (1 Crónicas 21. 3 “Biblia de las Américas”) Dios había prohibido tomar un censo sin autorización. El mismo podía representar un cambio en el corazón de un líder, pasando de confiar en Dios a confiar en la fuerza y el número de su pueblo. David pecó y aun sus acciones trajeron “culpa para Israel” y una plaga golpeó matando decenas de miles.

La gente que ocupa puestos de autoridad a veces piensa que son “especiales” y que las reglas de integridad no se aplican a ellos. Más, el hecho es que para ellos hay mas reglas, no menos. Los líderes deben ser juzgados con un criterio más estricto. Esto debido a que la falla de un líder tiene consecuencias mayores. Para nosotros en la iglesia, las recientes caídas de Ted Haggard, Todd Bentley y otros han abierto una cloaca del infierno, derramando sobre la iglesia en general una multitud de influencias contaminantes. En el Antiguo Testamento el Señor proveyó un medio para lidiar tanto con el pecado del líder como con su consecuente efecto sobre aquellos bajo la autoridad del líder. Así, el Señor dice, “si el que peca es el sacerdote ungido, trayendo culpa sobre el pueblo, que entonces ofrezca al Señor un novillo sin defecto como ofrenda por el pecado” (Levítico 4. 3).

“Culpa sobre el pueblo” es el efecto del pecado del líder sobre ellos. Esta resultante mezcla de temor, vergüenza, aprensión e ira es ahora el pecado del pueblo. Es una condición de existencia que tiene lugar fuera de la bendición de una correcta relación con Dios. La “culpa sobre el pueblo” no significa que ellos han pecado como el líder, sino que su reacción al pecado del líder los ha colocado en una “no bendecible” condición de existencia. Este “no bendecible” estado, sea por ira o dolor, por mas legitimas que estas cosas parezcan ser, es ahora una “condena sobre el pueblo” la cual debe ser reconocida y expiada.

DEMONIOS FRECUENTAN LA ESCENA DE TRANSGRESIONES PASADAS

Por más que ellos deseen que sea de otra manera, las congregaciones heridas a menudo cargan una discernible nube de pesadez sobre ellas. Por años, la influencia de sus heridas surge en conversaciones, actitudes cínicas o temerosas anticipaciones. Peor aun, su compartido dolor sin curar se convierte en una colmena de explotación demoníaca, donde las actitudes humanas de desconfianza, ira y confusión permanecen vulnerables a la manipulación demoníaca.

La versión amplificada de la Biblia, refiriéndose a los efectos, o a la morada de los pecados sin expiación, nos da entendimiento sobre esta infección demoníaca. Dice, (de acuerdo a su traducción literal del ingles) “las sombras de los muertos están allí [espectros que frecuentan la escena de transgresiones pasadas]” (Proverbios 9. 18).

Esa comprensión, que “espectros que frecuentan… la escena de transgresiones pasadas” nos dice que cuando atravesamos desilusiones y dolor causados por el pecado de otro, si no encontramos la forma de perdonar y de reaccionar como Cristo, nuestras reacciones humanas pueden volverse un imán para recurrente (repetitiva) opresión y lucha espiritual. Así, para avanzar hacia un futuro que Dios pueda bendecir, debemos ser limpiados del pasado sin redimir.

Lo especialmente funesto es que el pasado sin redimir puede ser transferido a individuos quienes se integran a una iglesia, mas nunca participaron de la herida original. Nuevos creyentes se incorporan a Iglesias donde recibe desconfianza hacia el liderazgo. Prontamente, a través de la osmosis de las relaciones humanas, los mismos temores, suspicacias y sospechas que residían en los antiguos miembros pueden emergen en la vida del nuevo miembro. Simplemente reemplazar pastores no traerá sanidad; lo que necesita ser reemplazado es la nube de pesadez que permanece en esa iglesia. Porque, no solamente el líder caído necesita perdón, limpieza y renovación en Cristo, sino, como hemos dicho, lo que fue transferido a las personas también necesita ser limpiado.

Quizá nos sentimos tentados a pensar, “¿Y que? Los líderes vienen y van. Yo camino con Dios. Su caída no me afecta a mi”. Individualmente, puede que ciertamente sea bendecido; pero nunca conocerá el descenso de la “bendición corporativa” del Señor sobre una iglesia hasta que experimente usted renovación.

Si fracasamos en lidiar con el efecto que el fallido liderazgo ha tenido sobre nosotros, es posible que nuestras futuras relaciones con líderes de Iglesias sean matizadas con temor y sospecha. Recuerde, la promesa del Señor es que El levantara, y “pondrá sobre [Su pueblo] pastores que las apacentarán, y nunca más tendrán temor, ni se aterrarán, ni faltará ninguna” (Jeremías 23. 4). A menos que seamos limpiados del efecto de nuestra negativa experiencia, el filtro de nuestra desconfianza podría impedirnos ver a líderes piadosos cuando el Señor nos los trae.

Vea, hay una “bendición corporativa” viniendo a la iglesia que es mayor que la bendición individual. La “bendición corporativa” es mayor porque lleva consigo una recompensa exclusiva a aquellos que superan ofensas y perseveran en fe los unos por los otros y por sus líderes. Esta es la unción del Pentecostés que estuvo sobre los 120 quienes fueron capaces de superar los fracasos de los doce primeros. Aquí, en la “bendición corporativa”, es donde Dios derrama Su Espíritu y toca multitudes, cambia ciudades y habilita a Su pueblo con la vida del cielo.

A un nivel local, sus lideres pueden ser piadosos, pero cada vez que un líder nacional cae, el “nivel de desconfianza” hacia el liderazgo todo de la iglesia, aumento. El efecto acumulativo del fracaso moral, tanto a nivel nacional como local, ha sofocado el fuego en muchos corazones Cristianos. Si usted es un pastor y se esta preguntando porque las personas no han correspondido a sus enseñanzas como usted esperaba, puede que ellos estén cargando heridas de un líder previo en su anterior iglesia. Entre los regulares asistentes a la iglesia, esta herida se ha traducido en una educada, y aun entumecedora actitud de incredulidad. Puede que ellos no lo oigan debido a que se han distanciado de la memoria del dolor y la distancia obstaculiza eloír.

EL REMEDIO

El antídoto para el pecado de un líder en el Antiguo Testamento era “ofrecer al Señor un novillo sin defecto como ofrenda por el pecado”. Por supuesto, nosotros tenemos un Sacrificio para los pecados mayor que la sangre de carneros y cabras. Ciertamente, una de las mayores gracias de la fe Cristiana es que, mientras cedemos ante Dios, mientras perdonamos a otros, El promete limpiarnos también a nosotros. Su amor hace todas las cosas nuevas. Podemos ser libres de ser endurecidos odres.

Así, para facilitar esta nueva gracia, permítame hablar por todos los líderes que le han fallado. Perdónenos. Por cada líder que tropezó mal, recuerde que hay un ciento ascendiendo todavía a la montaña de Dios. Por tanto, libere a ese hombre o a esa mujer quien, mal utilizó su autoridad espiritual o traiciono las solemnes responsabilidades a ellos confiadas y cayo en pecado. Nuevamente, le pido que perdone a los líderes que han caído o han fallado a sus expectativas.

Asimismo tomemos nuestros puestos para interceder por nuestros líderes. Dios nunca planeo que las congregaciones no participaran en la protección e inspiración de sus líderes. Su liderazgo refleja, al menos en parte, la respuesta a sus oraciones. Los pastores sin respaldo de oración están en forma única, vulnerables a la batalla. Si usted no ha entregado su Corazón a la intercesión, quizá es tiempo de pararse en la brecha por los líderes en su iglesia.

Como seguidores del Redentor de la humanidad, Dios nos invita a la continua y renovadora obra de Su gracia. Sí, estructuremos mejores sistemas de protección, responsabilidad y rendición de cuentas para aquellos en el liderazgo, por el bien de ellos y el nuestro propio. Pero recordemos también, que a pesar que el Señor visita la iniquidad de los padres sobre los hijos, El también muestra Su “misericordia a millares” que Le aman (Éxodo 20. 6). Rindamos nuestro dolor al Señor y seamos libres del dolor causado cuando un líder peca.

Salir de la versión móvil