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Prácticas, prioridades y privilegios de la Adoración – Adoración y la Palabra: Conclusión

Adoración y la PalabraHace ya un tiempo comencé una serie de prédicas basadas en el libro de Efesios.  En ese entonces pensé que era conveniente comenzar la serie con la lectura de todo el libro en voz alta.  Haciendo pruebas en mi oficina me di cuenta que tardaría unos 20 minutos.  Con ello comencé a preguntarme si al hacer esto las personas se preguntarían si no tuve tiempo de preparar el sermón, o si se aburrirían.  En mi meditar recordé como esa epístola fue entregada.  Fue escrita a la iglesia de Éfeso y probablemente fue leída en voz alta a toda la congregación.  ¿Nuestras iglesias hoy en día no deberían entonces tener con la Palabra por lo menos la misma reverencia y respecto que tuvo la iglesia primitiva?

Fui un tonto al pensar que cometería un error si le daba relevancia a la Biblia una mañana.  No está demás decir que la lectura de toda la epístola fue una poderosa introducción a la enseñanza, a pesar que una persona me haya dicho “Avíseme cuando comience la serie sobre Génesis ¡Ese día me quedaré en casa!”.

No estoy sugiriendo que debemos reemplazar las prédicas los domingos con lecturas de las Escrituras, sino que la Biblia en sí misma es la que debe apoyar la predicación. Debemos mantener el foco y reconocer que la Palabra es la base y debemos estar seguros de responder de manera adecuada con nuestros corazones. Los versículos 9 y 10 del Salmo 19 nos muestran el corazón de David en relación a las Escrituras: “El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos.  Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal”.

Es interesante que este versículo comience con “el temor del Señor” en relación a la Palabra de Dios. Los versos anteriores comenzaban con “la ley del Señor”, “el testimonio del Señor”, “el precepto del Señor,” y “los mandamientos del Señor.” Es posible que el patrón estructural de estos versos no está muy claro y por ello el lector puede verse tentado a pensar que David estaba cambiando de tema. Pero el salmista al usar “el temor de Dios” está claramente refiriéndose a la Escritura. Es difícil comprender todo el significado de esta metáfora, pero por lo menos debemos entender que la Palabra de Dios debe inspirar temor reverente.

¿Vamos a la Escritura de manera adecuada? ¿Vamos con el “temor del Señor”? Los hombres de la Biblia nunca fueron ocasionales o ambivalentes. Cuando Isaías vio a Dios en lo alto y sublime, su respuesta fue de temor: “¡Ay de mí! que soy muerto!” (Verso 5). En Apocalipsis 1, cuando Juan vio a Jesús resucitado y exaltado que cayó sobre el “como muerto”. Es cierto que cuando leemos la Biblia, no estamos literalmente viendo a Dios, pero de alguna manera estamos encontrándonos con el Creador. ¿Cómo deberíamos responder?

En Isaías capítulo 66:2, el Señor dice: “Pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”.  Humilde y pobre la gente va a las escrituras con temor.

Sin embargo, en este salmo David no sólo expresa temor, sino también un anhelo apasionado. En sus meditaciones sobre la Escritura ha llegado la conclusión que la Palabra de Dios deseable que el oro y más dulce que la miel.

¡Que convicción! ¿Valora usted la Pabrabra de Dios de la misma manera? ¿Cree toda la riqueza del mundo no la equipara? ¿Este tipo de amor y este anhelo describen  los momentos de su devoción?  ¿Nuestras reuniones reflejan esta admiración y reverencia por la Palabra, ya que sea cuando se lee o se canta?

Salmo 19 es una mina profunda. Fue inspirada por el Espíritu Santo y surgió del corazón de un hombre dedicado a la adoración y la Palabra de Dios. Este corazón también podemos desarrollarlo, un corazón que ancla su adoración en la verdad de las Escrituras, un corazón cuya devoción a la Escritura se desborda en adoración apasionada.

Con esto termino mi serie.  Para la próxima entrega, Bob Kauflin volverá con sus escritos habituales.

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