Del escritorio de Julio Ruíz

Perfectamente conocido

Perfectamente conocido - Salmo 139

Este es el segundo sermón del salmo 139, bajo la serie: Únicos e Irremplazables. David nos da las razones porque soy tan perfectamente conocido por Dios. 

Salmo 139:1-6

Si bien, en la primera parte de esta serie, este salmo lo iniciamos por la mitad, sin haberlo presentado, su contenido está considerado como uno de los himnos más sagrados en esta literatura poética.

David escribió con este salmo una de las obras más distinguidas de las que se tenga conocimiento, cuando queremos saber acerca de la omnisciencia y omnipotencia de Dios. Pero, sobre todo, cuando queremos saber acerca de cómo fuimos creados y cómo hemos sido conocidos por Dios.

 Spurgeon, en su libro “Los Tesoros de David”, introduciendo este salmo, ha dicho: “El fulgor de este Salmo es como el del zafiro, o «cristal terrible» de Ezequiel; sus destellos son ráfagas de luz que cambian la noche en día. Como faros, su cántico santo proyecta una luz clara hasta los confines más alejados del mar y nos advierte contra el ateísmo práctico que no hace caso de la presencia de Dios y, con ello, hace naufragar al alma”. Cuando analizamos las partes de este segundo mensaje, David nos da una introducción donde habla de un conocimiento perfecto que Dios tiene de nosotros.

La oración “tú me has examinado y conocido”  nospone al descubierto frente a la omnisciencia de Dios, uno de los atributos más insondables de su naturaleza divina. Esta declaración del salmista es reveladora. Para un pecador no arrepentido debe ser incómodo, porque todas sus acciones, sus palabras, y sus pensamientos son del conocimiento de Dios.

Para un creyente consagrado, esta declaración es un descanso, porque sabe que sus pecados han sido perdonados, y ahora Dios ve su corazón arrepentido. Esto nos produce paz, porque si Dios conoce nuestras debilidades, no para aprovecharse de ellas, nos ayudará a conseguir el camino de la victoria.  Nos hace bien saber esto. Cuando somos examinados y conocidos por el Señor de esta manera, no importa si los demás no nos conocen, su conocimiento es suficiente. ¿De qué manera Dios nos conoce?

Dios conoce mis movimientos

Has conocido mi sentarme

Salmo 139:2a.  Lo primero que vemos en esta confesión de David es una referencia totalmente personal. David no habla de un conocimiento colectivo de Dios, sino de uno donde él es conocido íntimamente. Él habla del Dios que conoce y el David conocido.  David declara en primer lugar que Dios conoce cuando él se sienta; y esto no cómo él se sienta. La figura de sentarse habla mucho del descanso, después de algún día lleno de satisfacciones o de desilusiones.

Habla del necesario reposo del cuerpo para seguir adelante con la próxima asignación. “Sentarse” pudiera ser algo insignificante y hasta trivial, pero aún en esas cosas Dios participa. Los dioses griegos vivían  lejos del mundanal ruido.

Ellos no se envolvían en el quehacer cotidiano, menos pensar en conocer de una manera personal a los hombres. Pero Dios nos conoce cuando nos sentamos a comer, a ver TV, a revisar el teléfono y cuando nos sentamos a leer su palabra. Es maravilloso pensar cómo Dios está pendiente de todo lo que hacemos. Usted no nota eso, pero su Dios así lo hace.

Has conocido mi levantarme

Salmo 139:2b. David fue un hombre de mucha actividad. Las tenía como rey, como un guerrero valiente y como adorador. Desconocemos cómo era la agenda de David, pero sin lugar a duda sus días debieron estar llenos de mucho trabajo. Cuando él piensa en su Dios reconoce que sus movimientos están bajo observación continua. Es algo extraordinario que los movimientos del hombre sean observados por la Divinidad.  Levantarse implica estirarse, caminar, salir, correr…  

Es la acción que antecede al estar sentado, acostado o en reposo. Dios conoce el momento cuando nos levantamos. A Él no se le olvidan mis mañanas cuando me despierto y me levanto. Él sabe de mis rutinas diarias, y hacia dónde me dirijo cuando camino.

Él espera voy a venir para estar con Él, o si haré otras cosas, sin poder saludarlo y agradecerle por estar allí para mí. Si Dios conoce mi levantarme, debo estar muy consciente de ese tiempo, porque Él me espera para hablar antes de otra cosa. ¿No es algo maravilloso que en medio de todos las siete mil  millones de personas que hay en el mundo Dios conozca mi levantarme y hasta cuente los pasos que hago diariamente?

Dios conoce mis pensamientos

Los conoce desde lejos

Salmo 139:2c.  Una investigación científica ha descubierto  que el cerebro humano tiene hasta 60 mil pensamientos al día, y muchos de ellos son negativos, repetidos y del pasado. El impacto de esta investigación no es solo la cantidad de pensamientos que vienen a nuestra mente, sino que la mayoría de ellos son negativos.

Bueno, quien sabe el número exacto de nuestros pensamientos es Dios, así como sabe cuántos cabellos blancos o negros tengo en mi cabeza. Esos pensamientos Dios los conoce aún “desde lejos”. Henry Beecher ilustró este versículo diciendo que los seres humanos somos como una colmena opacada. Se pueden ver como entran y salen pensamientos de nosotros, pero la manera cómo hacen el trabajo internamente no puede ser percibido.

Pero frente a Dios somos una “colmena de cristal”, y, todo cuanto estén haciendo nuestros pensamientos dentro de nosotros Dios puede verlos y entenderlos. ¿Se ha puesto a pensar en lo que esto significa? Y si mis pensamientos no le agradan, ¿he pensado en eso? ¿He pensado cuántos pensamientos hay en mi mente aborrecidos por el Señor?

Evaluando mis pensamientos

Filipenses 4:8.  Pablo nos ha dejado una lista de asuntos para ser considerados a la hora de evaluar nuestros pensamientos. Para los estudiosos del comportamiento humano, esto sería como el tener una mente positiva. Para Pablo es el tener una mente santa. Se trata de seis virtudes con las cuales debemos adornar nuestros pensamientos. La primera en referencia es “todo lo que es verdadero”. Esto es contrario a la mentira. Pensar en la verdad y con la verdad es no tener una mente dividida.

 Pensar en todo “todo lo honesto” es excluir lo deshonroso, ofensivo y frívolo. La meta de esta virtud es buscar siempre respeto, lo que es digno y noble. “Todo lo justo”. Esto tiene que ver con todo lo correcto, honesto y responsable. La injusticia no puede ser parte de la vida del creyente. Pensar en “todo lo puro” es vivir con una mente sana y santa.

“Todo lo amable” se refiere a lo encantador, gratificante, agradable, admirable, simpático y atractivo. “Todo lo que es de buen nombre” es aquello que excluye a todo lo que ofende. Y por último “si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza”; en esto debemos pensar siempre, no menos.

Dios conoce mis caminos

Has escudriñado mi andar y mi reposo…

Salmo 139:3a. La palabra “escrutado” en este texto tiene la idea de excavar buscando algo, como un material precioso. David sabía que su vida estaba expuesta delante de Dios. Si bien la palabra de los reyes no admitía investigación de acuerdo con Proverbios 25:3, esto no aplicaba para David como rey, porque su andar estaba descubierto.

Los súbditos no conocían muchas cosas de su rey, pero Dios lo escudriñaba siempre. Estas palabras son alentadoras cuando no hay nada por lo que Dios se sienta avergonzado de nosotros, pero son terribles al saber si mi andar no es correcto delante de sus ojos. “Andar y mi reposo” es una figura para ilustrar una actividad consumada.

Es una referencia a lo hecho durante el día, pero también durante toda mi vida. La omnisciencia de Dios le permite tener un absoluto conocimiento de todos mis movimientos. Aún mi reposo no le es extraño.  Él cuida de mi descanso de manera de reponer el agotamiento de mi andar durante el día. ¿Sabe Dios de nuestros sueños? ¿Oramos antes de acostarnos?

Y todos mis caminos te son conocidos

Salmo 139:3d. Para otras personas algunos caminos les son conocidos, pero para Dios todos mis caminos los conoce bien. Esto es así porque el hombre ve la apariencia, pero Dios ve el corazón. La contabilidad divina es simplemente sorprendente. Él cuenta todas mis actividades, todos mis pensamientos, las veces cuando me levanto o me acuesto, cuando ando o cuando reposo; y ahora el texto nos dice que todos los caminos del corazón son plenamente conocidos delante de Él.

 Cuando hacemos una regresión a nuestra infancia, para recordar algunos de aquellos caminos por donde pasamos alguna vez, para llegar a casa o a la escuela, las imágenes nos son borrosas y los recuerdos escurridizos. Quizás viene a la memoria algún paisaje, flores, árboles o simplemente un lugar donde ocurrió algo.

Pero será imposible recordar todos los caminos por donde hemos andado. Sin embargo, el texto dice: “Y todos mis caminos te son conocidos”. Dios sabe perfectamente los caminos donde anduvimos en el pasado, donde andamos en el presente y donde andaremos en el futuro. Nada se escapa a su conocimiento. ¿Por qué camino anda ahora?

Dios conoce mis palabras

Antes que ellas salgan de mi boca

Salmo 139:4. David sigue describiendo la manera cómo Dios lo conoce. Nos ha hablado de cómo le conoció en el mismo vientre de su madre, siendo todavía un embrión. Ha hablado cómo Dios conoce todos sus movimientos, pensamientos y caminos, pero ahora termina diciendo que sus palabras ya son conocidas, aun antes de ser dichas. Esto mismo lo dijo cuando habló de sus pensamientos, aun estando en la distancia.

Dios tiene un conocimiento perfecto de nosotros. No hay nada, absolutamente nada, desconocido por Dios. Si ya el Señor sabe anticipadamente cuáles serán mis palabras antes de decirlas, se hace extremadamente necesario poner vigilancia en las puertas de nuestra boca para dominar a este miembro díscolo, llamado lengua, para no meternos tanto en problemas. Los hombres sabios hablan poco.

Se dice que las mujeres pueden hablar hasta 20 mil palabras por día y los hombres 13 mil. Imagínese a Dios conociendo de antemano todas esas palabras. Cuántas de esas serán buenas o malas. Cuántas serán para la edificación o son corrompidas. Qué difícil es callar. Por cuanto Dios sabe lo que dirás debo pensar mis palabras antes de decirlas.

Entonces, cuidado con nuestras palabras

Mateo 12:36. La advertencia de Jesús respecto a nuestro hablar es muy significativa porque al final nos daremos cuenta de cada palabra dicha. Jesús aseguró aquí mismo que por nuestras palabras seremos justificados o condenados. Es muy serio el asunto de nuestras conversaciones. Jesús en su infinita sabiduría, hablando de la contaminación del hombre, dijo: “No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre” (Mateo 15:11).

 Mucha gente se preocupa de la contaminación del medio ambiente; hay grandes campañas para esto, pero no se dan cuenta cómo la lengua es el primer agente contaminante. Si la mente nuestra es un basurero de males pensamientos, tenga la seguridad de que de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:34). Entonces, si aún no está la palabra en mi lengua, y ya Dios lo sabe todo, cuánto temor debería haber en mis labios al hablar.

El apóstol Pablo nos da una recomendación al momento de hablar, para no pecar contra Dios: Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Colosenses 4:6). Que mis palabras sean para confesarlo y para adorarlo. Amén.

Perfectamente conocido

Dios es omnisciente, por eso nos conoce tan íntimamente. No hay nada creado escondido a su vista. Dios no tiene nada que aprender y no ha olvidado nada. Él sabe todo lo que ha sucedido y todo lo que sucederá. Su conocimiento es perfecto, su comprensión es perfecta y su sabiduría es perfecta. Y ese conocimiento tan perfecto lo aplica a todos nosotros. Por lo tanto, Él conoce perfectamente mis movimientos, mis pensamientos, mis caminos y mis palabras.

No soy un desconocido para Dios, porque “detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano” v. 5. No solo me conoce, sino que también no me deja perderme en esta vida de pruebas y sufrimientos. Todo esto nos lleva a la misma exclamación de David: “Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí;  ¡es tan elevado que no puedo entenderlo!” v. 6. (NTV). Y no necesitamos entenderlo, sino aplicarlo y vivirlo. Nos basta saber que Dios todo lo sabe y eso me da paz y confianza.

Los estudios de esta serie sobre el Salmo 139

Julio Ruiz

Venezolano. Licenciado en Teología. Fue tres veces presidente de la Convención Bautista en Venezuela y fue profesor del Seminario Teológico Bautista de Venezuela. Ha pastoreado diversas iglesias en Venezuela, Canadá y Estados Unidos. Actualmente pastorea la Iglesia Ambiente de Gracia en Fairfax, Virginia.
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América
América
2 años de haberse escrito

Que maravillosa enseñanza, realmente Dios nos conoce en todo sentido no hay nada que podamos ocultarle una gran verdad . Gracias por esta palabra Dios le bendiga hno Julio Ruiz y familia y congregación. Saludos

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